Ser fiel al producto y al sabor y ser referente para turistas y madrileños no es una tarea fácil. En los tiempos que corren, sobre todo cuando uno se acerca al centro de las grandes ciudades, las posibilidades de que el tradicionalismo gastronómico se malinterprete, o peor aún, directamente se disuelva en un maremágnum de propuestas localistas sin alma o consistencia, son altísimas.
Afortunadamente, lugares como El 5 de Tirso, a pesar de su juventud, mantienen el pulso vibrante que la hostelería madrileña de calidad exige y oferta, capaz de contentar por igual al paladar neófito del viajero y al ya avezado ‘gato’, consciente de que en su carta no va a encontrar encerronas, ni donde tampoco le van a tener que buscar tres pies.
Sencilla y efectiva, dotada de cierto eclecticismo bien entendido, la propuesta de este restaurante, ubicado en la plaza de Tirso de Molina, hervidero de gente y epicentro de mucha vida nocturna de la capital, se solventa con recetas tradicionales en las que importa el producto.
Así se abren hueco los torreznos, la ensaladilla, las croquetas (importantísimas las de chuletón) o un curioso salmorejo con helado de queso de cabra –una de las pocas veleidades de la propuesta- que, gastronómicamente, construyen la casa desde los cimientos. Así encuentra también hueco los salazones, las gildas o las patatas bravas hojaldradas, una curiosa reinvención de tan reivindicativo plato, que van firmadas por el chef Sergio Fernández, que diseñó la carta.
A esa fidelidad gastronómica, en la que tampoco faltan la tortilla o los huevos rotos, incluido los trufados, por si alguien quiere elevar las cotas ¿más? de este platazo, pertenecen también los contundentes platos del día. Ordenadas de lunes a viernes, cazuelas y ollas se ponen en marcha para acercar el guiso y la cuchara a todos aquellos huérfanos de sabores y recetas tradicionales, en una especie de retorno a los orígenes y que se ha denominado cocina confort.
Clasicismo y buenos mimbres entonan así la misma melodía para poner sobre la mesa callos con garbanzos, rabo de toro o un impecable –y asequible- cocido madrileño, entre otras recetas, para que la añoranza gastronómica no se haga dueña de las papilas gustativas de aquellos que están por el centro y quieran sentirse como en casa, aunque sólo sea por algunas horas.
A ese sentimiento también se aferra la carta de postres, que a más de uno le llevará a su infancia, al más puro estilo magdalena de Proust, sobre todo con tartas como la de Huesitos; o a renovar su santidad más allá de Semana Santa con una espectacular y jugosa torrija de brioche, que se paganiza con una contundente bola de leche merengada y que invita al cliente a reservarse necesariamente para el postre.
De horario generoso, como no podía ser menos por la zona, El 5 de Tirso además actúa como introductor de la primera copa o de recurso de garantías para aquellos amantes del teatro que salen tarde de la función. Rodeado de templos de la escena madrileña como el Nuevo Apolo, los Cines Ideal o el Teatro Calderón, El 5 de Tirso sirve como colofón gastronómico para veladas donde las risas y la diversión no acaban con la bajada del telón.
Dirección: Plaza de Tirso de Molina, 5.
Teléfono: 91 088 85 02
Horario: de lunes a domingo de 10:00h a 00:00h. Viernes y sábados hasta las 01:30h.
Ticket medio: Entre 25 y 30 euros.
Texto: Jaime de las Heras.
Fotos: Nacho Alcalde Ruiz.