El Marianito, el vermut del norte, o como prefieren llamarlo otros, el Vermut preparado, consiste elegantemente en mezclarlo con un toque de ginebra y otro de angostura. ¿Las cantidades? No te lo dirán nunca, la receta es secreta.
En el Ander Etxea puedes escoger entre rojo y azul, la diferencia de este último es que lleva coraçao añadido.
Casi sin darnos ni cuenta, impresionados con la destreza en la mezcla tenemos un apetecible vaso de Martini lleno del elixir delante, “3 euros”, nos dicen, y lo rematan con un twist final de naranja. Para acompañar, un plato de aceitunas.
Ten cuidado, la copa está llena al límite, y a no ser que tengas un pulso de cirujano, mejor que el primer sorbo lo des encima de la barra. Sí, lo sabemos, pero las risas son peores cuando derramas media copa al intentar torpemente acercártela a la cara.
No hay mucho más, porque ¿qué más hace falta? Bueno vale, los domingos si hay algo más, te puedes encontrar un puesto de quisquillas en la puerta. La combinación es increíble, no te lo pierdas.
Barrenkale Kalea, la penúltima de las Siete Calles, de la que partían los boteros que trasladaban a las gentes al otro lado de la ría; la calle de las riadas, de los punkis, de los adolescentes bakalas y ahora parada obligatoria para la hora del aperitivo. Todo esto ha pasado por los ojos del diminuto Ander Etxea, le preguntamos a su dueño, el hijo de la señora, la verdadera jefa, cuántos años lleva el Ander abierto. “Uy, ni lo sé, a ver… yo tenía 5 años… creo que llevará desde el 70”.
Ander Etxea
Texto: Lucía Gomez Meca
Fotos: Borja Llobregat