Dejarlo todo para reabrir el antiguo restaurante de tus padres en un pueblecito de Asturias, no muy lejos de Oviedo. ¿Locura? Quizás, pero eso es exactamente lo que hicieron, con mucho éxito, Teresa y Eugenio con el Bar Camacho.
Allí ofrecen comida casera tradicional deliciosa, entre la que se encuentra la gran especialidad de la casa, los callos. Teresa aprendió el oficio de su madre, una guisandera con cuarenta años de experiencia detrás de los fogones. En 2011 y tras muchos años viviendo fuera del Principado, Teresa y su marido decidieron regresar a Asturias con una apuesta fuerte: darle una nueva vida al bar que los padres de ella habían regentado durante cuatro décadas en Anieves, un pueblo situado a diez minutos en coche de Oviedo.
Detrás de la humilde fachada de azulejo blanco se accede a lo que en otro tiempo fue el bar. Allí una barra recuerda el chigre que fue y atravesando la cocina llegamos al comedor principal, una sala con luz tenue en la que todos los detalles están cuidados con un gusto exquisito. Decorada con objetos antiguos, allí es fácil sentirse como en casa.
La estrella del menú son los callos. Suculentos y suaves, Teresa consolidó la deliciosa receta de su madre, que ésta a su vez había heredado de la señora Eugenia, y mucha gente viaja hasta su restaurante solo para comer esos callos. «Seguimos haciéndolos igual que hace 70 años, con el toque de la casa, eso sí», dice Teresa.
La gastronomía asturiana siempre ha seguido los principios del movimiento que en el mundo anglosajón se conoce como «de la nariz a la cola» (nose to tail), y que básicamente trata de no desperdiciar ninguna parte del animal. Por eso, la casquería es habitual en las mesas asturianas y el menú del Bar Camacho, además de callos, incluye hígado encebollado, mollejas o manitas y orejas de cerdo. Asimismo, también hay opciones más ligeras, como la ensalada de cecina y queso de cabra, las cebollas rellenas de bonito (o de picadillo, más contundentes), el bacalao con pisto o los calamares en su tinta.
Los postres, todos caseros, incluyen tarta de la abuela, arroz con leche y tarta de nuez. Una pizarra en el comedor dice «todo lo que comes es amor» y lo cierto es que la cocina de Teresa transmite el amor y cariño de la cocina casera auténtica. Se recomienda reservar, incluso si se visita por semana.
Anieves, 38 Bis, 33919 Asturias
Horario: Martes cerrado / Lunes a Domingo de 13.00 a 17.00
Precio: platos principales a partir de 11 euros
Texto y fotos: Mónica R. Goya