Hace un par de meses visitábamos El Maravillas, y no hace mucho Paradiso y L’Alegría. Y es que ya hemos perdido la cuenta del número de restaurantes que esta pareja de amantes de la cocina tradicional, Enric y Lito, han abierto en tan solo un par de años.
Este verano asistimos a su última inauguración, el Bar Muy Buenas. La incondicional casa de comidas del barrio del Raval reabre de la mano de estos dos genios gastronómicos para retomar el rumbo de la cocina tradicional catalana en uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad condal. Después de más de un año entre reformas y no reformas, Muy Buenas abre sus puertas con un objetivo claro: “terminar con las moderneces”; así nos lo cuenta Enric.
Un pequeño rincón del Raval que emana historia y que mantiene la esencia de la que por el año 1896 fuese una Bacaladería, convirtiéndose en un bar a partir del año 1924 e icono del barrio desde entonces. Un esperado regreso al bar popular de toda la vida en donde lo importante es el comer. Reconvertida en una moderna cantina catalana donde tan solo se emplean productos locales y de proximidad. Vinos, licores y platos catalanes componen su repertorio culinario basado en el recetario “La Teca” de Ignasi Domènech.
Una casa de comidas de principio de Siglo XX donde poder disfrutar de un plato del día o una amplia selección de tapas catalanas. Y como es tradición, en el piso de arriba cuentan con una coctelería estilo “Speakeasy” en donde tan solo se emplean destilados regionales.
Y ahora, vamos al comer; que ya tenemos hambre. Como cada viernes, fricandó como plato del día; pero esta vez nos decantamos por sus tapas. Unas croquetas de cocido y una ensalada de tomate con bonito para abrir boca, mientras ojeamos su carta.
No puede faltar su clotxa de escalivada y sardina ahumada, típica de la Ribera del Ebro. Y su truita amb suc. Una ensaladilla rusa para compartir al estilo tradicional; y un Bacallà amb samfaina para terminar nuestro almuerzo popular. Una carta escueta pero con fundamento que es capaz de transportarte a casa de la yaya con platos suculentos y sabrosos. Y para terminar, pan con chocolate, aceite y sal. El broche final a un almuerzo de categoría.
Da gusto encontrar un local que cuida las tradiciones, un escondite en pleno apogeo moderno que sostiene una bandera local y apuesta por los productos de siempre. Como diría el gran sabio “la cuina d’un país és el seu paisatge posat a la cassola”.
Carrer del Carme, 63, 08001 Barcelona
Horario: Todos los días de 12.30 a 2.30 horas
Precio medio: 25€
Texto: Alejandro Moneva
Fotos: Anel González