El Bar Tartine está incluido sistemáticamente en las listas de los mejores restaurantes de la ciudad y su filosofía resume muy bien el carácter de San Francisco.
El Bar Tartine, como su nombre permite adivinar, es hermano de la que posiblemente sea la panadería más reputada del mundo, Tartine. Sus propietarios, Chad Robertson y Liz Prueitt, abrieron el bar en 2005 a solo tres manzanas de su exitosa panadería, en el barrio progre de Mission. El exterior es tan desenfadado como la panadería, ni siquiera tienen un letrero que indique su nombre. Está ahí y la gente lo sabe, no hacen falta presentaciones.
La cocina de Tartine parece ser un homenaje al “háztelo todo tú mismo”. Los co-chefs, Nicolaus Balla y Cortney Buns tienen una pasión casi obsesiva por la fermentación, los encurtidos y la conservación tradicional de alimentos en general. Desde el pepinillo hasta el queso curado pasando por la botarga o el pimentón, todo lo hacen ellos en el restaurante. Y así presentan platos aparentemente simples pero cargados de sabores con mucho carácter, que se entrelazan sin confundirse. Ambos chefs rinden pleitesía de manera innegociable al producto local y según su propia descripción, “Bar Tartine es una celebración de sabores tradicionales diversos presentados con una generosidad moderna y post-regional”. El menú -en constante evolución- del Bar Tartine es realmente muy diverso, te permite dar la vuelta al mundo, desde Hungría hasta Japón, sin salir de San Francisco. Los guiños a cocinas de otras latitudes son muy sutiles, pero se hacen ver.
Una de sus propuestas más aplaudidas -con guiños a Europa y Asia- es el tartar de ternera servido sobre una rebanada de pan de la casa con koji, un hongo usado en la cocina asiática -especialmente en Japón- que se utiliza para fermentar porotos de soja. Y es que sus pequeños platos incluyen docenas de ingredientes que reflejan el carácter abierto y dinámico de la ciudad californiana. Aunque la carta incluye vinos californianos, los vinos europeos dominan. Las cervezas locales se merecen una oportunidad, especialmente la HenHouse Saison de Petaluma.
Los postres son quizás el plato más desafiante porque tienden más a lo amargo que a lo dulce. Lo mejor si se va con tiempo es probar el menú degustación. Las raciones son tamaño tapa y a cada cual más deliciosa. Merece la pena reservar para asegurarse el sitio.
Bar Tartine
561 Valencia Street, San Francisco, CA, 94110
Horario: Domingo a Jueves 5.30pm a 10pm / Viernes y Sábado 5.30pm a 10.30pm / Almuerzo Sábados y Domingos solo de 11am a 2pm.
Precio: menú degustación sin bebida 71 euros/con bebida 115 euros
Texto y fotos: Mónica R. Goya