Perdidos entre tanto ajetreo urbano encontramos en el número 68 de la calle Girona un pequeño oasis llamado Bicnic. Cruzamos el umbral de tan acogedor espacio alentados por un ventanal a través del cual apreciamos pinceladas de un diseño sello de identidad de esta fusión gastro-gráfica. Un concepto fruto de la cohesión del equipo de Betlem y el estudio de diseño Toormix.
Una antigua tienda de maniquíes reconvertida en santuario gastronómico repartido en cuatro espacios donde desconectar del mundo real y sumergirse en una realidad paralela de creación, sosiego y apetito. Tienda, Fast, Slow y Chef Table.
En Bicnic se respira tranquilidad, estilo, gastronomía, naturaleza, un cúmulo de sentimientos que nos recorren de arriba a bajo como si de una primera cita se tratase. Temblorosos y atraídos por un local que ha sabido re-diseñar el concepto de foodtruck en formato Fast; una prolongada barra de formato informal con una carta reducida de tapas y platillos ideal para picar algo rápido. Sin dejar de lado el concepto de mesa y mantel apodado Slow. ¡Aquí nos sentamos!
Entre fogones encontramos a Victor Ferrer, vecino y chef del Betlem; autor de una oferta culinaria a base de producto fresco de temporada. Nos sentamos y escuchamos las recomendaciones de Miquel, alma y corazón de Bicnic.
Abrimos boca con una de sus nuevas incorporaciones, una coca de salmonetes de roca marinados, Kombu y tomate. Improvisamos con su tiradito de atún de granja servido con leche de tigre, erizo de mar, boniato y una suave crema de aguacate. Una suculenta forma de comenzar nuestro periplo gastronómico.
Una carta que incita a improvisar y bucear entre cada una de sus invenciones. Sin pensar demasiado nos decantamos por su opción más carnívora, un tartar de vaca y anguila servido sobre el propio tuétano horneado. Un delicado manjar que se deshace en boca. Y tras este orgasmo pasamos a otro climax gastronómico con su terrina de cordero lechal acompañada con una crema de berenjena ahumada, salsa agria y pesto de menta y rúcula.
El broche de oro lo pone un lingote de chocolate negro con nata y gotas de aceite picante de mole. El punto y final a un paseo por las entrañas de Bicnic, la versión moderna de un picnic urbano entre cuatro paredes donde esconderse y poder disfrutar de una deliciosa variedad de platos para compartir. Eso sí, ¡siempre con una botella de vino; sino no sería un buen Bicnic!
Carrer de Girona, 68, Barcelona
Horario: Martes a sábado de 13.30 a 15.30 y de 20.30 a 23 horas / Lunes y domingos cerrado
Precio medio: 25€
Texto: Alejandro Moneva
Foto: Anel González