Esta es la historia de cómo una antigua tetería árabe se convierte en el foco más infeccioso de amor por el café que había tenido València hasta el momento. Bluebell es -y lleva tiempo siendo- el santuario del café especialidad en la ciudad, abriéndose paso discretamente desde los años en que por aquí poco o nada se había oído hablar de este epicúreo brebaje.
Bluebell es también ese sitio en el que apetece refugiarse una tarde de lluvia. Aromas dulces y tostados, murmullos, buen gusto en cada rincón y -dato importante- en cada canción que suena. Un poco de ese lejano hygge nórdico se cuela bajo los arcos de piedra en los días de frío, y se diluye con ese rollo entre mediterráneo y morisco que desprende la frondosa terraza interior.
Mariam, de la mano de su hermana Yolanda, fue la culpable de poner todo su amor cafetero para tomar las riendas de ese rinconcito de tés y shishas – el local era un viejo conocido del multicultural barrio de Ruzafa- y convertirlo en el refugio valenciano de alguno de los cafés más exclusivos y mimados del mundo.
Seguramente se adelantó a muchos por ese bagaje cosmopolita suyo, que hubiera contagiado inevitablemente cualquier proyecto de una visión global y vanguardista. Después de poner a prueba otras ideas de negocio se dio cuenta que las cafeterías de tercera generación de alguna manera la perseguían y, por suerte para nosotros, se propuso el reto de demostrarnos que el café es algo completamente distinto a lo que nos habían estado vendido hasta ese momento.
En Bluebell el café proviene de diferentes orígenes según la época, siempre de última cosecha, recogido y seleccionado a mano -la primera, de las decenas de manos por las que pasa cada uno de estos granos exclusivos-. Se tuesta cuidadosamente en casa para conservar todos los aromas y llega lo más fresco posible hasta su fase final.
Una preciosa Marzocco azul preside la barra, y es la responsable de los espressos. Para experimentar una elaboración más artesanal, se recomienda pedir algunos de los filtrados de inmersión o decantación, para los que se usan especialmente V60, pero también Clever o Aeropress. Además, estás en buenas manos porque, Marian puede presumir de ser subcampeona de España en esta última técnica, una de las más versátiles.
Un café excepcional exigía que el resto de la carta estuviera a la altura, y en Bluebell lo han logrado con creces. Querían mejorar la oferta gastronómica de la ciudad por las mañanas con una propuesta original, saludable y ecológica, y ahora sus platos y su repostería tienen poca competencia en la franja matinal. De su pequeña cocina salen preparaciones tan ricas como estéticas: gofre con huevo poché, setas y trufa; tostada de bonito, o de aguacate con chucrut y huevo; pho; pudín de chía, tartas… Una carta que va variando y que incluye bebidas no cafeinadas como un delicioso kombucha de elaboración casera.
La pasión de este equipo por el café es contagiosa, y la formación en Bluebell es continua tanto para los baristas del staff como para cada cliente que entra por la puerta con ganas de aprender. Para Marian esta es una fiebre ya imparable que necesita de un consumidor exigente y que da respuesta a una nueva cultura del café muy consciente de su origen, del proceso, del respeto, del mimo. Y qué es disfrutar de una buena taza de café si no es eso, parar el tiempo para mimarnos un poquito más.
Calle de Buenos Aires, 3, 46006 València.
Horario: De lunes a viernes 9:00 – 19:00. Sábado y domingo 9:00 – 20:00
Texto y Fotos: Marta Pascual