Los huertos urbanos son cada vez más populares –y comunes- en una ciudad tan poco amigable con la vegetación como lo es Madrid. Pero hay una chica que está llevando las cosas un poco más allá y que está intentado que las plantas aromáticas sean parte de nuestra dieta diaria. Su nombre es Caroline Heredia y cuenta con una terraza en su casa de Suanzes donde cultiva y experimenta con todo tipo de plantas y hierbas aromáticas con variedades de diferentes partes del mundo. Su historia se llama blueyellow y se trata de una selección de plantas “cultivadas en la ciudad para gente de ciudad” que también cuenta con huerto propio en el área de Rivas Vaciamadrid.
Este año ha cultivado 20 variedades para probar como se daba. Una especie de experimento, con excelentes resultados, para ponerse a prueba a sí misma: pimpinela, una variedad francesa de apio –solo de hoja– «que se puede usar en guisos y sopas», artemisa –»una hierba medicinal de la que también se pueden hacer vinagres–”, orégano picante, acedera, hisopo de anís –»familia de la menta y con un olor muy penetrante del cual he hecho un sirope»-, artemisa seca –»que uso para vinagres y el cual es el ingrediente principal del ramen cuando es verde». Fue un master en sostenibilidad y cubiertas vegetales el cuál le dio las bases –y la curiosidad- a Caroline para seguir jugando e indagando en el tema. “Las aromáticas son idóneas para esos espacios porque no necesitas mucho sustrato, son cambiantes en el tiempo y a partir de allí hubo una conexión con ellas”. Se tomó todo el proyecto como un hobby y ahora va por su “segunda temporada de planta” que incluye variedades selectas y estudiadas, cultivadas de forma agroecológica y respetando el ciclo natural de las plantas. Para comprobar que su producto va por el buen camino se fue de restaurante en restaurante hablando con chefs, “desde pequeños caterings hasta gente de la altura de David Muñoz, Estanis Carenzo, Dani Ocohoa y Luis Morena (Montia)», para averiguar si sus creaciones tenían valor culinario y no solo entró a la cocina de casi todos sino que también logró convencerlos con el sabor de sus plantas a que las usaran en varios de sus platos. «No es fácil contactarlos porque están muy ocupados pero al fin y al cabo estos son elementos de trabajo para ellos y estas son variedades que no van a encontrar y menos con alguien que las corte por la mañana y se las lleve ese mismo día como hago yo”.
Parece complicado, pero las formas de utilizar hierbas aromáticas en nuestra vida diaria van más allá de las infusiones: aceites, sales, azúcares, vinagres… todos preservan las propiedades y beneficios y ayudan a hacer pequeños cambios saludables en la dieta y sin esfuerzos. De hecho, cada cosa que cocinamos puede llevar algún tipo de planta aromática: azúcar de albahaca canela; almendras tostadas con sal, ajedrea y tomillo; tartas; siropes en cocktails o frutas –como el vodka de rábano-; tea sandwiches con pimpinela –con sabor muy parecido al pepino- y queso crema o de zanahoria encurtida –con azúcar, sal, y vinagre de artemisa– y alioli–hecho a partir de yema de huevo, limón, ajo, sal, orégano picante y aceite de oliva–. Las opciones son infinitas: “No conocemos los sabores de estas plantas y es una oportunidad para explorar”.
Caroline dice que las plantas aromáticas definen a cada cultura y que cada una de ellas tiene su propia memoria con respecto a los sabores y olores de cada una. Parece ser que el mestizaje colectivo está a punto de llevarse a cabo en nuestra boca, dieta y costumbres.
blueyellow
Texto: Paula Móvil
Fotos: Diego Díez