Hay imágenes hechas para ser contempladas en grandes formatos y en alta definición. Poder distinguir cada mínimo detalle, cada textura, cada mota de polvo atravesando un haz de luz, es algo que produce cierto placer. Es una sensación de estar descubriendo ciertas intimidades. Algo así como adentrarse en un territorio pornográfico.
Las imágenes de Bobby Doherty parecen hechas para ser exhibidas en esas enormes lonas publicitarias que empapelan algunos edificios. Pero realmente están realizadas para ser disfrutadas a más pequeña escala y en la intimidad, en las páginas de publicaciones como The New York Magazine. «Hacer fotografía editorial es interesante porque, en algunos casos, no sabía que era capaz de tomar ciertas fotografías hasta que me encargaban hacerlas. Tener la presión de cumplir ciertas expectativas es algo que me ha forzado a realizar alguno de mis mejores trabajos» comenta este fotógrafo de 26 años afincado en Brooklyn.
Tal vez pronto algunas publicaciones gastronómicas encuentren también un sitio bajo el colchón de la cama.
Texto: Gemma García