En pleno corazón de Zaragoza, a escasos metros de la Plaza del Pilar, adentrándote en el Pasaje del Ciclón, descubrirás el Café Botánico y ya no querrás salir de ahí. Esta cafetería-floristería es un oasis en medio de la ciudad. Un lugar precioso donde tomar un café o un vino rodeado de plantas y flores frescas, que además te puedes llevar a casa.
Manu e Isa comenzaron su aventura botánica hace tres años. Manu trabajaba en el mundo del arte y encontró en su socia Isa, ingeniera, el cerebro que complementa a la perfección sus inquietudes estéticas. El lugar es realmente encantador; antes era una galería de arte y eso les permitió aprovechar la distribución y muchos de los acabados existentes. Mezclan sillas y mesas diferentes, la mayoría de aire retro. De la paredes cuelgan láminas con ilustraciones de botánica y, mires donde mires, verás macetas, botes o jarrones que llenan el espacio de color.
El aroma de las flores se mezcla con el olor a dulce. Del horno del Café Botánico salen recién hechos los bizcochos y las tartas que prepara cada mañana la madre de Isa. Zanahoria con chocolate, limón o jengibre con canela son sólo algunos de los bizcochos que más triunfan. Las tartas son finas y ligeras, perfectas para merendar. Son recetas propias de Manu y entre las favoritas destacan la de melocotón y la de pera con chocolate. Esta última es un escándalo, damos fe.
El café está preparado con mimo y servido en tazas distintas, todas bonitas. En verano preparan bebidas especiales: limonada rosa súper refrescante y leche con canela y limón servida muy fría, receta que Manu ha heredado de su abuela. A la hora del aperitivo se sirven cócteles -Spritz y Negroni- y después del almuerzo y hasta la noche, gin-tonics y otros combinados se mezclan con los dulces y los cafés.
Esta cafetería es ya imprescindible para muchos zaragozanos, tanto por sus tartas como por su estilo y ambiente. Si venís de visita ya sabéis, visita a la Virgen del Pilar y café en el Botánico.
Café Botánico
976 296 048
Santiago 5, Zaragoza.
Texto: Inés Garp
Fotos: Marcos Cebrián