Pocos nombres encarnan tan bien el carácter acogedor de Madrid como el bartender Julio de la Torre, al que conocemos desde hace unos años por su trabajo en Santamaría. Ahora se atreve a salir -una vez más- de su zona de confort y cambiar de registro aunque vuelve a hacerlo dentro de la barra. El lugar, un diáfano café cuyas vistas se abren sobre la plaza de Isabel II (popularmente llamada Plaza de Ópera) y desde donde tienta al madrileño y al turista -que es legión por estos barrios- a compartir tragos desde primera hora de la tarde.
Para ello apuesta por un binomio imbatible en el que el café, eterno protagonista de las meriendas madrileñas, secundado por décadas de conversación y de mitos literarios, comparte espacio con una coctelería de autor sensata, lejos de las alharacas y del excesivo adorno, que pone especial hincapié en bebidas tan ‘madrileñas’ como el vermut. De él hay más de una decena de referencias, que se encuentran también distribuidas dentro de la carta en forma de cócteles, para los que Julio apuesta por hacer tragos sencillos, que gusten y que permitan que la conversación fluya entre las mesas.
Algo que se manifiesta también en el propio nomenclátor de la carta, que supone un auténtico paseo por la capital con sugerentes nombres. Gran Vía, Cuatro Caminos, Puerta del Sol o Bella Cibeles son los reclamos con los que paladear las calles de Madrid desde una coctelera pero con mimbres internacionales. El ejemplo lo encontramos por ejemplo en el cóctel Madrid, con aires de moscow mule, a base de vermut, lima, bitters y ginger beer; o el mismo Bella Cibeles, que emula la tradición de los sour, sólo que sustituyendo el whisky por un ron y refrescando el trago con frutos rojos.
Guiños viajeros para un local en el que los idiomas se funden en torno a taburetes, sillas y sofás, que generan un entorno cómodo en el que pasar las horas charlando en el corazón del Madrid más castizo, permitiendo que el café y el cóctel se fundan y la tarde se solape con la noche -o viceversa-. Prueba de ello es incluso una de las apuestas de Julio, que siempre tiene entre manos un cold brew de café de especialidad que infusiona con vermut, para aquellos que piensen que en torno a estos dos clásicos está todo inventado.
Además, si la gusa aprieta, hay una carta muy compartible en torno a las tostas y varias tartas -imprescindible la de zanahoria- con la que darle uso a la cuchara, que reina durante las tarde al ritmo del café. Por eso también, Julio ha diseñado varios cócteles con el café como protagonista -incluyendo el café irlandés- pero coqueteando con sabores y demostrando que hay una vida más allá del solo o el con leche. Como muestra se puede presumir del Café Madrid, un espresso con sirope de nueces, espuma de leche y canela, al que no sabes si es mejor abordar a cucharadas o a tragos.
Todo ello en una ubicación espléndida en un barrio donde comer bien es relativamente fácil de encontrar donde la oferta coctelera y de tragos no está tan bien representada si lo que buscas es calidad y confort. Por si fuera poco y el público echara en falta ambiente -que no lo hará- las noches de Café Madrid atenúan las luces y suben la música, mutando el café en pub, y los fines de semana incluyen sesiones con dj en directo y encima con precios populares.
Dirección: Calle Mesón de Paños, 6.
Horario: de lunes a domingo de 15:00h a 03:00h.
Teléfono: 910 64 20 94.
Ticket medio del cóctel: 9 euros.
Texto: Jaime de las Heras.
Fotos: Nacho Alcalde Ruiz.