Los moluscos de caparazón en espiral, más conocidos como caracoles, son una auténtica representación del sabor de barrios como La Latina y sus alrededores. La posguerra transformó la zona en un lugar repleto de miseria, hambre y estraperlo. Con el tiempo el ingenio de los madrileños dio paso a bares cuya humilde oferta culinaria incluía a platos como el de caracoles “a la madrileña”. Ahora, años después, se han convertido en referentes indiscutibles de la ciudad.
Ambos santuarios atraen a todos aquellos que disfrutan el sabor de esas piezas de carne regordetas remojadas en un caldo picantón rodeado de embutidos. Juguetear con un palillo hasta pinchar el núcleo del gusto del caracol es una acción, que aunque simple, lleva a un final delicioso.
Regentado por Miguel Bueno, Los Caracoles, es la primera parada obligada para degustar la delicatessen más castiza de las tascas madrileñas. Abierto desde hace 92 años por su abuelo Juan y heredado por su padre Antonio, mantiene la receta original del plato que les dio fama. Miguel y Serafín, quien desde los 14 años trabaja en el local, sirven una y otra vez, a una clientela repleta de vecinos y turistas, platos y platos de caracoles a partir de la olla que se encuentra situada en la barra. Para beber, Los Caracoles se sale de lo común y ofrece cerveza Mahou negra de barril tirada con excelencia y vermut blanco de grifo. Plántate allí entre semana o a primerísima hora el fin de semana para no morir en el intento y poder succionar a esos caracoles. El caldo que los acompaña es un “levanta muertos”, así que sin miedo, pídeles un vasito de ese manjar de dioses. Tu resaca te lo agradecerá.
Caminando cuesta arriba, en la Plaza del Cascorro, se encuentra el hogar del bonachón de Amadeo Lázaro: Casa Amadeo. Junto a sus hijas Inma y Marissa sirven unos caracoles cuya receta proviene de Burgos y de la madre de Amadeo. Conforme ha ido pasando el tiempo la misma ha ido evolucionando hasta convertirse en una de las más famosas de la capital. Su materia prima suele venir del norte o del levante, aunque asegura que ahora es más difícil conseguirlos ya que suelen escasear a causa de los pesticidas. El tío es todo un personaje, una mezcla de tu abuela que te presiona a terminarte el plato y a no dejar nada en él, un excelente anfitrión que te da conversación y un galanazo que no para de piropearte.
La enorme cazuela de caracoles que está constantemente revolviendo y tuneando lleva un caldo hecho con delicias como chorizo, tocino o zarajos. Es allí donde está “toda la vitamina” así que no dudes en bebértelo directamente desde la cazuela de barro donde te lo sirven. Estás en tu casa, nadie te va a mirar mal por dejar los modales a un lado. Y por supuesto, moja el pan en la salsa, si no lo haces Amadeo se va a enfadar. Ya lo dice el muy sabiamente “la salsa es la joya de los caracoles”.
Los Caracoles:
Horarios: De 9:00 a 23:00 horas. Cerrado domingos tarde y lunes.
Precio caracoles: 7,30
Casa Amadeo:
Plaza del Cascorro, 18. Madrid
913659439
Horarios: 12:00 a 15:30 y de 19:00 a 22:00 horas. Cerrado domingos tarde y lunes todo el día.
Precio caracoles: 7,00
Texto: Paula Móvil
Fotos: Marcos Ortiz