Está claro que nos mola el rollo octogenario. ¡Nos fascina! Si bien de adolescentes pasábamos de los abuelos, como adultos volvemos a las raíces familiares haciéndoles divulgar sus recetas más preciadas, tomando prestados sus abrigos, poniéndonos sus joyas, indagando en su librería y dándole el toque kitsch a nuestros hogares con alguna que otra pieza de decoración que les hemos pedido muy amablemente que nos hereden.
No contentos con eso, ahora hasta nos bebemos su bebida predilecta: el yayo, compuesto de ginebra, casera y vermut. No hay mejor ni más mítico lugar para hacerlo que en Casa Camacho, situado en el barrio de Malasaña. Jesús, Santiago y Miguel Gonzáles Pérez, tres hermanos originarios de Sanabria, son los herederos del bar cuyo nombre es el mismo que el de la antigua dueña. Casa Camacho abrió en 1929 y aún mantiene el espíritu y decoración de los dorados 20. Al ser denominado “Establecimiento Tradicional Madrileño” el lugar no ha sufrido ni una reforma, ni una cambio. Los grifos y la barra son los originales, incluso las botellas que decoran sus paredes mantiene el polvo de los años en los que se abrió.
Los hermanos llevan alrededor de 35 años detrás de la barra y cuentan que los yayos se convirtieron en la bebida favorita de la gente mayor por ser suave, de allí su nombre. En efecto, los yayos entran muy suavemente pero son traicioneros. Después del tercero tienen el mismo efecto que una noche de fiesta tomando Jägerbombs como si no hubiera mañana. Y cuidado, porque para poder pasar al baño que se encuentra detrás de la barra tienes dos opciones, que bebido, pueden resultar tarea complicada: pasar por debajo de la barra corriendo el riesgo de dejarte la espalda por el camino, o pasar por encima de ella sacando la pértiga y rompiendo el récord mundial. Tu verás.
Los parroquianos que se divisan por el día son en su mayoría gente del barrio, “una clientela de lo más selecto y dabuti”, como comenta uno de ellos tras una pausa en su caldeada y bromista conversación acerca del Real Madrid-Atlético de la noche anterior. Por la noche son hordas de juventud las que llenan el local. Lo que más se vende son los yayos, pero el vermut no se queda atrás, siempre de grifo y de Reus. Para picar, raciones frías como anchoas en salazón, boquerones, bonito con pimiento o pincho en escabeche. Ninguna maravilla gastronómica, tan solo sencillez que acompaña un buen trago.
12:00 a 2:00 de lunes a sábado
Yayos: 2 euros.
Texto: Paula Móvil
Fotos: Marcos Ortiz