Restaurante Celler del Tossal

Quizás podríamos decir aquello de: “De los creadores del Rodamón de Ruzafa, llega el Celler del Tossal”. Pero más bien sería al contrario, porque aunque el primero os lo presentamos hace ya unos meses, éste es en realidad la segunda propuesta gastronómica de Luca y Marta. La primera fue, en un difícil año 2012, el Celler del Tossal, restaurante ubicado en pleno barrio del Carmen de Valencia.

Ambos distintos pero con un ingrediente estrella en común: “el cariño que ponemos todo el equipo en hacer lo que más nos gusta”, nos cuenta Luca, quien buscaba en el Celler subir un escalón con respecto a la oferta gastronómica anterior. Ahora, siguen con los míticos arroces, todos melosos por cierto, pero añaden una amplia oferta de vinos como un pilar básico del restaurante; locales y no locales, así como vinos naturales que les han situado ya entre las bodegas más punteras de Valencia.

Andreu y Héctor son los otros dos protagonistas del Celler del Tossal, los que cada día y cada noche manejan la batuta en cocina y no dejan de innovar con un objetivo claro: conquistar al comensal con un concepto de cocina actual: producto al 100%, pero con técnicas y una constante evolución.

¿Qué podemos encontrar en su carta? A medio día, los arroces melosos, pero también fideuàs, cuyo sabor es el resultado de los fondos que elaboran a la manera tradicional. Arroz por un lado y brasas por otro, que le dan un sabor único a sus carnes y pescados que vienen directamente de las lonjas valencianas.

Vamos con algunos de sus entrantes y platos fuertes: la Ostra Pléiade Poget, fideuà marinera con alga codium, raïm del pastor encurtido y mayonesa de gambas; burrata con salazones de mújol; el rodaballo y bonito o el canelón de vaca con migas de romero. ¿Y de postre? Pídete el sorbete de mandarina con galleta caramelizada, la torrija de horchata o la tabla de quesos franceses, por ejemplo.

Antes de irnos, Luca nos descubre uno de los encantos mejor guardados del Celler, el acueducto romano que atraviesa su sótano-bodega y que sueñan con convertirlo en un vino-ducto para todos los amantes de esta bebida. Nos encantará verlo con nuestros propios ojos, pero más disfrutarlo con nuestro propio paladar.

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