Llega Navidad y con ella la mayoría de cenas copiosas de este año. Todos hacemos cenas con nuestra familia, la familia de nuestra pareja, cena de empresa, primos, cuñados, sobrinos, suegras, jefes, etc. ¿Pero qué hay de la familia que se elige?
Rafa Gil, interiorista, celebra cada año de la manera más tradicional la cena de Navidad con sus amigos.
Rafa es un gran anfitrión que está pendiente de cada detalle. –«Me gusta pensar a lo grande, “more is more”, pasar de las proporciones, usar jarrones XL para las flores acompañadas de mucho verde, como hoja de magnolia o eucaliptos. La mesa me gusta ponerla repleta de cosas; jarrones, candelabros, velas… aunque luego se quite para servir la cena, pero tener la sensación como de que no cabe nada más. Ilumino con lámparas y velas por todos lados y si somos muchos me parece guay redistribuir algún otro espacio de la casa para improvisar un saloncito donde rápidamente los invitados se sienten cómodos y van cambiando de un lado a otro»- cuenta.
Su menú se basa en la cocina tradicional de Navidad con una elaboración muy casera. Suele empezar con un plato típico de Cataluña llamado «Escudella y carn d’olla»: un caldo hecho a base de col, apio, zanahoria, nabo, costilla de ternera, gallina, pollo, butifarra blanca y negra, garbanzos, huesos y galets (pasta en forma de caracol) acompañado de una gran albóndiga de carne picada llamada carn d’olla. A todo el mundo se le sirve un plato hondo con el caldo y los galets y cada comensal puede elegir que introducirse dentro, una delicia. -«Es el plato más reclamado año tras año y es un fijo en la mesa»- por si eso fuera poco este año optó por cocinar de segundo pavo asado con manzanas, ciruelas, pasas, relleno de magro de cerdo y frutos secos.
-«Ser anfitrión es un placer, tienes a tus amigos reunidos en casa pasando un buen rato con cualquier excusa, en este caso la Navidad. Además, una casa si no la compartes ¡es un rollo! Los invitados son siempre aquellos de los que me rodeo el resto del año, y aunque a veces pienso que estaremos apretados, siempre hay sitio para uno más, nunca falla el invitado sorpresa de última hora. Y si falta alguien, seguro que habrá más motivos para organizar otro sarao»-. Además cuenta que sus comensales están tan a gusto que aunque tengan otro compromiso siempre acaban volviendo a su casa.
Fotos: César Segarra