Son las 11 de la mañana. Sale de la oficina y se va al bar de al lado a tomar un café. Café con leche exprés, que no expreso. Quince minutos para un par de sorbos amargos y un bocado acelerado que aquí, en Bilbao, se traduce en un pintxo de tortilla -jugosa, eso no se perdona-.
Se trata del ‘hamaiketako’, el desayuno de las once de la mañana, y está tan arraigado en la cultura vasca que ofrecer un plan alternativo a este paréntesis culinario es toda una osadía. Sin embargo, de osados está lleno el mundo. Y la hostelería.
Julio de Vena es uno de ellos. La barra de su cafetería Cinnamon podría estar perfectamente en el Friedrichshain de Berlín. Nada aquí dentro parece euskaldun a pesar de estar en pleno ensanche bilbaíno. Y más, teniendo en cuenta que este café de especialidad abrió en 2015, antes de que la decoración de las cafeterías de nuevo cuño se desplegara en cajas de Ikea.
Cinnamon es una cafetería construida por rincones, un amplio mosaico de ambientes que permiten el encuentro. Y también la retirada. Puedes sentarte en compañía en esa esquina de butacones y mesa de té o solo frente a esa pared de aire industrial y creativo. También puedes abandonarte al cacharreo de la cocina y compartir mesa con desconocidos entre objetos vintage, revistas de viaje y posters de los próximos conciertos indie que se van a celebrar en los garitos de la ciudad -el Kafe Antzokia está justo en frente, muchos desearían pasarse por el Cinnamon para ese bocado nocturno post concierto-.
Los fines de semana los huevos aquí no envuelven patatas, pero sí aparecen envueltos en una cremosa salsa holandesa, sobre bacon y cama de espinacas. O al abrigo de berenjenas, cebolla y pimientos asados que insuflan aromas orientales desde una sartén de hierro que arde en la mesa. “Cuidado, que quema”. Y las manos se te escapan a la shakshuka y hundes el tenedor en el guiso israelí cubierto de queso feta y cilantro aun sabiendo que en tu boca el cielo irá seguido del purgatorio.
A los revueltos se le suman a diario tostas de hogaza artesanas con aguacate y semillas, bagels de salmón con queso crema, alcaparras y eneldo, boles de yogur, fruta y granola casera y clásicos de la repostería americana como la cheesecake o la carrot cake que salen jugosas de su horno. Carta variada de zumos -el de espinacas, manzana y naranja entra como un torrente- y una selección de cervezas nacionales diferente a la habitual con La Virgen (Madrid), La Sagra (Toledo) o Una Rubia (Burgos) como referencia. Además, prometen novedades en su carta: “Ensaladas, fermentados e ingredientes cocinados a baja temperatura a partir de primavera”. No en vano, se hacen llamar coffee lab y urban food.
Sus tazas humean café de especialidad de El Magnífico (Barcelona) y Sakona Coffee Roasters (San Sebastián). No es una línea fácil de seguir en Bilbao: es más bien una acrobacia de funambulista. La calidad media del café se cuida más en esta ciudad que en otras capitales de España -podría decirse que los bilbaínos tienen buena mano- pero el café de especialidad “no acaba de calar” comenta Julio, que además es barista certificado por la SCA y que también trastea en la cocina de La Lianta, un estiloso restaurante libanés que apuesta igualmente por ofrecer algo distinto en la ciudad.
El ‘hamaiketako’ en Cinnamon se traduce así al inglés y se convierte en brunch. Sin embargo, el anglicismo no es una excusa sino un argumento. “Queríamos integrar el brunch como concepto, no como oferta de desayuno como hacen muchos lugares de Bilbao”, explica Julio mientras corre de un lado a otro del local. “El nuestro es un desayuno tardío que quiere dar respuesta también al extranjero, cada vez más habitual en la ciudad”, nos cuenta.
Unos y otros tendrán la misma sensación en cualquiera de sus rincones: la de estar en un espacio con personalidad y decidido a retar a los bilbaínos a probar platos de menor arraigo, pero igual de apetitosos. A veces los cambios tienen buenas recompensas. Que se lo digan a Julio, que antes de embarcarse en la aventura de los fogones, era director de banco.
Calle San Vicente, 3 (Jardines de Albia)
Horario: Domingo y lunes de 9h a 16:00h, de martes a jueves de 9h a 20 h, viernes y sábado de 9h a 23:00 h.
Precio medio: 6 € – 10 €
Texto: Lakshmi Aguirre
Fotos: David Triviño