En el sitio de la antigua buvette, es decir, vieja tasca del famoso Cirque d’Hiver, se encuentra el Clown Bar. Y de gracioso no tiene nada, ya que desde su resurrección gastronómica este néo-bistro parisino se toma el asunto del plato muy en serio.
Con solo asomarse un domingo por la tarde, a la hora que cualquier foodie seguramente apostaría por una siesta post-brunch, se puede distinguir en la barra del Clown a los chefs más free-spirit del este parisino, como Taku Sekine del restaurante Dersou y su amigo Atsushi Tanaka del restaurante A.T. Allí se pasan la tarde tomando un vino natural y tapeando a la francesa con mucho apetito. Allí admiran el arte de su amigo Sota Atsumi, un chef japonés cuya cocina reinterpreta los productos franceses con muchísima elegancia y personalidad. No es cuestión de hablar de fusión, las creaciones de Sota no se parecen a ninguna otra, aunque se puedan identificar con la nueva cocina parisina, la cual no teme a los riesgos, confrontaciones de sabores e influencias extranjeras sutilmente adoptadas.
Aunque el local viaje a través del tiempo, con su barra de acero típica de los bistros parisinos y su precioso techo en cerámica ilustrado con el tema del circo y clasificado como patrimonio historico, la cocina, ella vive en el futuro. Como ejemplo el tradicional bulot – mayonnaise, las cañaíllas con mayonesa, se sirven rebozadas y fritas con una mayonesa ligera y el histórico pithiviers, noble clásico de la cocina francesa compuesto por un hojaldre relleno de carne picada y de pato se transforma aquí en una exquisitez la cual hace honor al ave. Como un bombón salado, el pithiviers se acompaña de pure de dátiles para contrarrestar el carácter del animal.
En esta tarde de principio de primavera desfilan sobre nuestra soleada mesa de la terraza del Clown Bar un increíble tartar de buey / burrata / anchoas / pignones con sabor marítimo ; una vieira / erizo / cilantro con una fuerza divina del yodo y unos langostinos / patatas / piquillos recomponiendo con talento y modernidad los sabores del plato típico de Marsella, la Bouillabaisse.
Terminamos con un plato principal compartido, la paloma asada con pak choi caramelizado lo justo. Para el dulce final, la pavlova con frambuesa, kiwi y remolacha no defrauda. Y que no se os olvide pedir una copa de vino natural, que al final, trago tras trago y botella tras botella podríais acabar a la hora del cierre de super buddys con los mejores cocineros de la capital.
Horarios: de miercoles a sábados de 12h. a 14:30h. y de 19h. a 22:30h.
Textos y fotos: Carmen Vázquez