Los que hayan pasado una temporada en el Reino Unido inevitablemente habrán caído rendidos ante los encantos de un buen pub. Corazón es el mejor de los que encontrarías en Sheffield, pero con una distinción concreta: es un pub inglés castizo.
Antes, conocido como The Quiet Man, cumplía con los requisitos que lo hacían irlandés –espejos publicitarios de marcas tradicionales y banderas con tréboles –. E incluso, brevemente y por desgracia, fue un sports bar patrocinado por un periódico deportivo.
Su impulsor, Sergio Ochoa, tras haber lanzado el Zombie Bar de la calle Pez, se enteró de que el local estaba disponible y, sin pestañear, asociado con el asesor gastronómico Julian Lara, se encerró un verano entre sus paredes para despojarlo de lo que sobraba y quedarse con lo esencial.
Guiado por el sentido común y con la experiencia de haber sobrevivido al duro parto burocrático del Zombie Bar, el joven emprendedor ha procurado centrar su negocio en lo que le gusta y conoce mejor. En su carta, encontramos una pequeña selección de platos populares castizos y hechos a la perfección: tortilla de patata gallega “de competi”, jugosa y con cebolla caramelizada; ensaladilla rusa donde el corte mirepoix concede la gracia; el eterno hit castizo, Pepito de ternera; matrimonio de boquerón y anchoa con queso para esos momentos tontunos en los que uno quiere comer algo sin tener apetito; y ¡flamenquines! entre otras cosas.
Podría haber sido ambicioso y complicar su carta con tapas de autor. Y quizás le habría funcionado. Pero él entiende que su pub –al igual que los mejores de Dublín, Dundee o Humberside– es un lugar al que principalmente se va a beber y a echar el ratillo. En eso sí ha sido más audaz y ha fichado a los mixólogos Pau Requesens (Dry Martini, At Nine – Sao Paolo, Rameses) y Charlie Marrero (Ramses, Eclipse London, Vendome London) para ofrecer una carta de tragos clásicos y de cosecha propia, como el Metallica, – morado oscuro casi negro, con ese kick de Tequila que, como los Frostis, despierta el tigre que hay en ti. Un purista anglófilo les reprocharía la falta de selección de “ales on tap”, pero han procurado tener una selección de cervezas embotelladas para el que exija algo más desarrollado que las lagers industriales.
Otra muestra de sensatez por parte de Ochoa ha sido abstenerse de petar el bar con decoración urbanita –bicis colgadas, videos de skate, imitaciones de Basquiat – para no atraer a un solo tipo de clientela infiel y crear así un espacio tradicional pero atractivo para todo tipo de personalidades.
Los fines de semana invitan a sus amigos a pinchar y te encuentras con un ambiente que nada tiene que envidiar al Candelaria de Paris o el Old Blue Last de Londres hace seis años.
618428175
Precio medio. 12 – 20€
Texto: JW
Fotos: Esther Boyarizo