Crumb

En tan sólo cinco meses se ha ganado una clientela fiel. Crumb, un pequeño espacio situado en la calle Conde Duque dedicado a lo que definen como sándwiches de autor, parece haber dado con una fórmula ganadora: “pan casero de verdad 100% masa madre” (como se lee en una pizarra detrás de la barra) y buenas materias primas. Una idea sin complicaciones inspirada en las sandwicherías americanas como relevo a la extendida moda de las hamburgueserías gourmet.

Son tres los responsables de Crumb. Sus fundadores, Raúl Martín, un ex publicista amante del pan, su chica Isabel y el chef Itamar Taub. De origen israelí y versado en cocinas tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, Itamar trabajó entre fogones con Mario Sandoval (restaurante Coque) y aporta aquí su buen hacer y el toque exótico a la comida.

Crumb cuenta con una carta escueta al tiempo que suculenta. Entre semana a la hora de comer hay un menú que incluye dos cremas a elegir, sándwich con su guarnición, bebida, postre o café. En nuestra visita, probamos las cremas del día, una de coliflor y la otra de boniato, cilantro y nata, que cuando llegó a la mesa desprendía la intensa fragancia de esta hierba recién cortada. Como plato fuerte, los sándwiches. Nos habían recomendado el de sardinas al sumak, compuesto por este pescado marinado, cebolla morada, tapenade y ensalada con tomates cherry. Desde el primer mordisco se produce una explosión de sabores, con el toque cítrico y especial del sumak. Después nos decantamos por el sándwich de carrillera acompañado de queso de tetilla y toques de judías verdes. Con la carrillera viajas a casa de mamá (o de la abuela). Al paladar, lo mejor es la experiencia de degustar el pan artesano, con su miga densa y corteza crujiente. Como guarnición, ensalada y patatas revolconas con torreznos. Y para remojar la comida, además de una carta de vinos, cuentan con una selección de cervezas artesanas.

La decoración de Crumb es sencilla, de estilo rústico con el justo toque retro. La presentación de los platos va en la misma línea: cuencos de acero esmaltado en blanco, tablas de madera como las de hornear y el postre presentado en frasquitos de conservas debidamente tapados. Como colofón, ofrecen tres postres caseros (también en carta): mousse de chocolate, arroz con leche y mousse de yogur con coulis de frutos del bosque. Estamos seguros, de Crumb te marcharás recogiendo con el índice las últimas migas que resten en el plato.