La espera en la cola de una heladería es para muchos un feliz recuerdo infantil. La recompensa final a esa espera es tan dulce, que es imposible recordar la experiencia de otra manera. Italia es un país que lleva esta experiencia al extremo, y es que los italianos son capaces de desplazarse para ir a la búsqueda de su heladería favorita, o incluso su sabor predilecto. Massimo Pignata ha conseguido que hasta los mismos italianos alaben sus helados ¡en Barcelona!
Massimo dejó su trabajo de promoción turística en Turín para venir a Barcelona e iniciar un nuevo proyecto vital y profesional, abrir las puertas de la heladería DelaCrem en el 2010, en una esquina con terraza de la calle Enric Granados con Consell de Cent. Quiso apostar por un mostrador de helados del mismo estilo a los que hay en Italia, un tipo de mostrador en el que ¡no se ve el helado! “Massimo, la gente quiere ver el helado antes de pedirlo, me decían, pero mi respuesta era sencilla… ¡que lo prueben!” nos comenta. Y tiene razón. Porque además de estar perfectamente conservado de esta manera, uno de sus helados podría saborearse con los ojos vendados y la experiencia sería igualmente deliciosa.
Pero ese no fue su único atrevimiento. A Massimo le llamaron loco por querer producir cada sabor con una receta por separado. La forma habitual de preparar el helado consiste en añadir sabores a una base fija de leche, nata y azúcar, y obtener así diferentes preparaciones en base a los diferentes sabores añadidos. En DelaCrem cada helado se hace desde el inicio por separado, con su propia receta. Y teniendo en cuenta la reducida dimensión de su obrador -en el sótano de la heladería- y el tamaño de la maquinaria italiana que utilizan, es sorprendente que puedan operar de esa manera. Inician el trabajo en el obrador a las 7 de la mañana, cuando concluyen con un sabor, suben el helado directamente al mostrador de DelaCrem y empiezan de nuevo el trabajo para el siguiente sabor. Si durante el servicio en la tienda se está acabando algún sabor -como el de avellana o pistacho, los más demandados-, con un grito al sótano, se pone en marcha toda la maquinaria. Por eso Massimo no concibe una heladería sin su propio obrador. Sus helados no se almacenan, no se congelan, directamente, se consumen. Y por eso su textura es siempre tan cremosa.
Parece una perogrullada decir que para que un helado de fresa sepa a fresa, tiene que llevar fresas. Pero no todas las heladerías preparan los helados con productos de proximidad, y con la confianza que Massimo deposita en sus proveedores. Le suministran frutas en su punto exacto de maduración, con todo su sabor, y sin que el helado necesite así de un exceso de azúcar añadido.
El helado se adapta a cada temporada de fruta existente y como en DelaCrem se prepara helado durante todo el año, el producto deja de ser estacional y algo exclusivo del verano. A lo largo del año hay multitud de variedades: cereza, higo, leche merengada, uva moscatel… y algunas tan curiosas como el reciente helado de coca de Sant Joan. Pero en otoño e invierno también puede probarse el helado de otros sabores: manzana asada con canela, boniato con miel, marron glacé, turrón… siendo también un perfecto acompañamiento para los bizcochos, tartas, tartaletas o brownies que Silvia Schaffer elabora en DelaCrem, o incluso dentro de una taza de café espresso -un affogato-.
DelaCrem está abierto todo el año y Massimo, pese al cansancio de las horas trabajadas, se muestra encantado tras el mostrador, sirviendo a la gente con una gran sonrisa. Su trabajo es ahora su hobby, y qué bonito es que un hobby consista en hacer feliz a la gente con un helado.
Enric Granados 15, 08007 Barcelona
Horario: Domingo a Miércoles de 9:30 a 21:30, Jueves a Sábado de 9:30 a 00:30
Texto: Gemma García
Fotos: Magdalena Puigserver