Olvida todo lo que has aprendido sobre comportamiento en un restaurante con tres estrellas Michelín, porque una vez traspases las puertas de Diverxo, entrarás en un universo paralelo, onírico y de otro planeta. Lo que sucede dentro de aquellas paredes, se nos antoja incluso difícil de explicar. Pero vamos a hacerlo, por ti, para que sepas de algún modo lo que vas a encontrar en la casa de David Muñoz. Aunque te adelantamos, que cada experiencia en Diverxo es única y tuya y solamente tuya.
¿Quién no conoce a ese cocinero transgresor con cresta que calza -siempre- unas zapatillas Nike? Has acertado, él es David Muñoz. E independientemente de que en los últimos años se haya vuelto más televisivo por su mujer o por su programa ‘El Xef’, sigue siendo ese genio sin parangón en ninguna cocina que hayamos visitado. Su historia radica en aquel Diverxo primigenio en el que empeñó su vida – y su dinero – para alcanzar sus sueños. Poco a poco se fue abriendo camino, fue estando en boca de todos. Y eso es lo que tienen los sueños, que si los piensas muy fuerte y trabajas duro, se hacen realidad. Apenas hace unos tres años, el ‘enfant terrible’ de la cocina madrileña, cambió su sede al hotel Nh Eurobuilding. Allí, en un mundo de cerdos voladores, cortinas, sillones con alas o helados gigantes, ha desarrollado su mejor yo. Porque sí, cada vez que vuelves a Diverxo es mejor que la anterior. No en vano muchos dicen que “el mejor Diverxo siempre es el siguiente”, y esto es porque David – o Dabiz como prefiere que le llamen – no para. Nunca. Atiza su cocina a golpe de inspiración surcando las calles de Madrid corriendo de madrugada, en un mercado de pescado Japonés o degustando los mejores Xian Long bao de Hong Kong. Dabiz es una esponja. Aprende, prueba, crea y con él, todos nos emocionamos.
Diverxo no puede dejarte indiferente. Si lo hiciera, ¿dónde estarían tus sentimientos? Toda cena o comida arranca con una pequeña visita por las cocinas donde surge la magia. Allí verás el ritmo frenético de los cocineros, cortando, friendo, emulsionando y preparando todos los pasos del menú del que vas a disfrutar a continuación. Cuarto frío, sala caliente, pase, locura, vanguardia, humo, fuego… Al salir podrás ver una de las paredes donde Dabiz apunta sus ideas y su inspiración. A continuación tu templo personal, la mesa. Esa mesa blanca, impoluta, que durante unas tres horas o más (dependiendo del menú que elijas) se va a convertir en el escenario de una bacanal gastronómica como nunca antes la habías vivido. Y entendamos bacanal con el buen sentido de la palabra. ¿El Xow o el Xef? ¿Hedonismo y lujuria o bacanal digna de dioses? Es el momento de elegir menú, que varía en función a tu apetito y el número de platos. Y de repente, te encierran. Corren las cortinas, negras como la noche con ojos pintados acechando ¿os acordáis de la sonrisa del gato risón de Alicia en el País de las Maravillas? y la iluminación baja, acompañada solo de un candelabro con tres velas. ¿Podemos pensar que es un ejercicio de preparación? De prepararte para todo lo que está por venir… Los primeros platos, o lienzos mejor dicho, transcurren dentro de tu burbuja, tuya y de tus acompañantes. Y comienzan a llegar los primeros pases: ahumados, picantes, salados, cítricos… Todo bocado es una fiesta en boca. ¿Cómo este ingrediente con este otro puede estar tan bueno? Y os aseguramos que lo está.
Unos bocados más y se hace la luz, descorren las cortinas y vuelves a la realidad del restaurante y los demás comensales. Os miráis unos a otros, cotilleáis por qué parte del menú van, pero ojo, porque los platos no siempre salen en el mismo orden. Dabiz juega con eso, con la incertidumbre que crea cada uno de sus lienzos. Estos se componen de varios pases y bocados cada uno. Evolucionan en la propia mesa. En el tiempo en el que estés allí viajarás por el mundo sin salir de tu – cómodo – sillón. A Japón, por México, a Hong Kong con un festival de dim-sum, a Tailandia con una ensalada de papaya verde, por Madrid con un algodón helado de violetas, al País Vasco a golpe de las brasas inspiradas en uno de los templos del producto (Etxebarri), a la India… Platos tan sorprendentes como el erizo al modo del mercado tokiota de Tsukiji, el cual emplatan directamente sobre tu mano. Sí, has leído bien. Chuparás, saborearás, te divertirás, reirás, querrás llorar de emoción y sobretodo, gozarás. Prometido.
Calle Padre Damián, 23. Madrid
Horario: De martes a sábado de 14:00 a 01:00. Domingo y lunes cerrado. El horario varía según los meses, te recomendamos visitar su web par informarte.
Teléfono: 915 70 07 66
Texto y fotos: Macarena Escrivá