Para algunos son las matemáticas o la cocina, para otros el deporte, las artes plásticas o la música. Desde que el mundo es mundo, a todos se nos resiste alguna actividad engorrosa con la que hemos tropezado infinidad de veces pero que aún no hemos dado por perdida. Nosotros te animamos a no desistir en tus múltiples intentos de sacar adelante tus hobbies estancados, sin embargo, no creemos que cuando estamos hablando de la inmersión en la familia de nuestra respectiva pareja haya que jugar a la ligera. La oportunidad más valiosa es la primera, más aún en ese momento de proeza homérica que significa dar por y para siempre (es decir, hasta que la muerte os separe) una buenísima impresión a tu suegra.
Nosotros te aconsejamos no pillarte los dedos en esta tarea de capitán de barco en marejada tormentosa y pisar sobre seguro en el primer encuentro con la que a partir de hoy no será tu madre, pero es muy probable que lo intente. Al fin y al cabo, a todos se nos conquista por el estómago ¿no?
Helena Garriga, junto a su marido Olivier Guilland, son los dueños de este colmado-bistró tan agradable en el que querrás quedarte desde el desayuno hasta la cena. Hace ya 6 años que se abrió este local -en un inicio sólo tienda- donde hay una sección de panadería -con pan bueno, como los de antes, de esos que te duran toda la semana- otra de frutas y verduras, quesería, bodega, despensa y una gran y preciosa selección de utensilios de cocina.
Foto: Cecilia Díaz Betz
Lo mejor de Iradier, aparte de su enorme y precioso espacio, es que todo lo que vas a comer es sano y saludable -“Lo primero que hice al llegar fue tirar la freidora. Tratamos de jugar con las cocciones saludables para cada producto: hervir, al vapor, al dente, salteado, plancha, etc. para que no te tengas que privar de comer aquello que más te gusta; respetando los tiempos y las temperaturas”- Nos cuenta Laura Veraguas, la talentosa chef que hace de cada cosa que pisa su cocina, una maravilla.
Foto: Beatriz Janer
Hace veinte años que la familia Claver decidió embarcarse en el concurrido mundo de la hostelería. La precursora fue Victoria, ahora abuela de profesión, que en ese entonces se ganaba la vida como costurera hasta que, por azar o por suerte, montó un pequeño restaurante con nombre de mujer en la Calle París: Alba. Allí, Victoria empezó a cocinar para vecinos, conocidos y todo aquel que quisiera recuperarse de una dura jornada laboral con platos de toda la vida: croquetas de jamón, canelones catalanes, huevos estrellados… Platos que hoy día aún siguen teniendo un lugar privilegiado en la carta.
Foto: Anika Stieling
Muy cerquita de Sant Antoni se abre una esquina de par en par para ofrecer un sinfín de cosas bonitas a quien quiera entrar. Al más puro estilo “salón de té inglés”, el sol baña desde las eclécticas mesas, hasta el mostrador repleto de tazas de dueños ya olvidados y tartas al más puro estilo francés. Adi nos insiste en que las tartas son recetas de su madre, a las que ella ha añadido un toque más que personal. Más allá de las tartas, Ugot tiene una oferta confeccionada delicadamente por Adi y Gerardo, el cocinero, que ha sido un gran punto de valor de Ugot desde sus inicios.
Foto: Beatriz Janer
En Due Spaghi no encontraréis más de tres platos de pasta, pero teniendo una carta como la suya, no vais a echarlos de menos. Embutidos de Emilia-Romaña, croquetas de polenta con ricotta ahumada o una deliciosa tatin de cebolla de Figueras con stracciatella de burrata, son solo algunos ejemplos de platos con los que comenzar esta experiencia gastronómica. Y para continuar, podéis decantaros por su refrescante versión de ceviche preparado con dorada; el bacalao confitado a baja temperatura con lentejas y crema de coliflor; o el pulpo a la plancha con pimentón, puré de patata violeta y consomé de parmesano y culatello.
Foto: Beatriz Janer
Las aves de corral son protagonistas en Chez Cocó, piezas como el pollo de Lumagorri o el de pata negra del Penedés enaltecen un producto muchas veces denostado en la gastronomía, pero aquí no hay lugar para plumíferos hormonados, esto es Pollo con mayúsculas. Otro de los principios básicos de la propuesta de Gotor, el jefe de cocina, y su equipo es trabajar la temporada, ofreciendo una vez llegado el otoño platos consagrados de caza como el lomo de ciervo, la perdiz roja, el civet de jabalí, la liebre a la royale o incluso la legendaria becada.
Foto: Àlex Pàmies
El actual director -Poldo Pomès, hijo del fundador Leopoldo Pomès-, con su personalidad, amabilidad y entusiasmo, mantiene el dinamismo del local. Es un gran gastrónomo y ha heredado la cultura de su madre -Karin Leiz, escritora del libro Las verduras de muchas maneras- y de su padre -un icono de la fotografía de vanguardia en los años 60 y 70 e impulsor sibarita que le llevó a crear la tortillería Flash Flash y escribir el libro Comer es una fiesta-. La pasta es la reina de la casa, tienen infinidad de variedades y todas exquisitas: su Sofía Loren, el trío, el rigatoni, las lunette de espinacas, los raviolis, la lasagna de mil hojas, los tagliolini putanesca o los spaghetti aglio, olio e peperoncino con toque picante.
Foto: Jara Varela
Foto de cabecera: Beatriz Janer