Habíamos oído a hablar de Elsa Yranzo antes, pero tuvimos contacto con ella recientemente por su proyecto, junto a Marina Senabre, de la Imperfecta Belleza. Nos impresionó lo que ambas crearon aquella noche y quisimos saber más de Yranzo, a quien todavía no conocíamos bien. Le pedimos “una cita” y ella aceptó encantada a abrirnos las puertas de su “casa”, el recién remodelado (y todavía no presentado oficialmente) Espacio Casamitjana. Un local en Poble Nou que ella y su padre reformaron juntos en lo que fue la antigua ebanistería de su abuelo y local contiguo al espacio de trabajo de su padre, el reconocido artista Antoni Yranzo. Un lugar para dedicarse, aún más pero conjuntamente, en cuerpo y alma, a sus pasiones. Un espacio en el que sucederán cosas entorno al arte y la gastronomía. Porque eso es lo que apasiona a ambos. El escultor y su arte, capaz de contar historias a través de sus creaciones; algo que Elsa también quería hacer y que se materializó cuando empezó a diseñar experiencias gastronómicas.
De profesión interiorista, Elsa dejó el despacho en el que trabajaba hace algunos años para tratar de descubrir cómo podía ella narrar y transmitir cosas a través de la gastronomía. Coincidió con época de cambio a nivel interno-personal y muy particularmente de su alimentación. Dejó de comer carne y algunos otros alimentos. Hizo limpieza y adaptó la alimentación a su bienestar. No come carne, tampoco leche, ni huevos; no compra nada envasado y trata de ingerir mucha fruta, verdura, legumbres, y siempre con mucho color. Todo lo que ha ido aprendiendo al respecto ha sido de forma autodidacta. Leyendo libros, blogs, viendo programas de televisión y probando, siguiendo la clásica ley del ensayo-error. Nos cuenta que siempre se fijó (como profesional del sector, ¡por supuesto!) en cada detalle de los restaurantes: la decoración, el interiorismo, a qué huele el lugar, la vajilla, como van vestidos los camareros… Ese universo, ella quería crearlo y transmitirlo, lanzar mensajes con conceptos vinculados al comer y a los alimentos.
Se describe como diseñadora gastronómica, algo que la lleva a transmitir sus propios mensajes a través de habilidades propias. En su caso, a través de la narración de historias que aúnan disciplinas y que se materializan en el comer. Crea experiencias sensoriales y creativas a través de la comida.
Todo empezó cuando al dejar su antiguo trabajo empezó a colaborar con una chef realizando eventos en los que el cliente les daba únicamente una directriz de temática y ellas debían crear la historia a su alrededor. Vinculándose con arte, arquitectura, cultura, diseño, crearon historias que se representaban con la comida. Elsa no entraba a la cocina, ella creaba el concepto, la historia; el chef, se encargaba de hacerlo posible siguiendo la línea que marcara Elsa y que por supuesto, fuera posible a nivel de ingredientes, texturas y combinaciones.
Y mientras nos explica todo esto, entre bocado y bocado, vamos disfrutando del rico menú que ha preparado para la ocasión:
Zumo de remolacha, pera y espinacas; ensalada de endibias rojas, aguacate, con salsa de ralladura de lima, ajo, aceite, sal y cilantro; sólo marinado con lima y tomatito. Ceviche vegano: mango, aguacate, tomate, cilantro y lima. Y café, pero un café muy especial, que ha traído de su último viaje a Vietnam. Una delicia que… aunque reconoce no le sale tan bien como a los vietnamitas, debía tener en casa y disfrutarla en su modo-versión.
Debemos estar atentos a Casamitjana 15 porque en ese lugar sucederán cosas. Su padre, el espacio y ella. Antoni, Elsa y Casamitjana. El espacio del que todos nos nutrimos, con una historia, madera, nosotros… “Ahí está nuestro camino”, concluye Elsa.
Texto y Fotos: Anna Alfaro