Es Cranc Pelut

Cuando se llega a Fornells (Menorca) se tiene la sensación de que la vida se ha detenido, las casas, la plaza del centro, la iglesia paleocristiana siguen aparentemente, como podrían haber estado en los años 50/60. Fornells nos recibe como una amiga a la que hace tiempo no veíamos.

Si tienes la suerte de aterrizar junto a un grupo de isleños o gente local, comprobarás que las costumbres, la forma de socializar y su idiosincrasia son propias no solo de los pueblecitos pequeños, -esa autenticidad, sencillez y sinceridad que caracteriza lo que es como es porque no necesita más-, si no que, el estar rodeados de mar y expuestos durante siglos a piratas y corsarios ha determinado el carácter, y los isleños lo saben.

Si os adentráis hacia el interior, pastos de ovejas, cabras, vacas os harán a recobrar la conexión entre comida y naturaleza, y en sus restaurantes podrás probar los quesos típicamente menorquines y el pescado y marisco traído cada día por los marineros del pueblo.

Nosotros tuvimos la suerte de conocer los productos autóctonos de la mano de Emilio Samblas García, chef de Es Cranc Pelut y Oriol Riera, pescador de Fornells. Amigos ambos, si no de toda la vida, de buena parte de ella. Oriol provee a Emilio de langostas, rayas y otros joyas del mar mediterráneo. Emilio proporciona a quien quiera entrar a su restaurante elaboraciones pensadas y cocciones diferentes a platos ya conocidos por los lugareños en una apuesta, que cómo él bien dice se basa en producto, producto y producto.

A nosotros nos agasajó con elaboraciones tales como la tortilla de chipirones en su tinta, con toque de pimiento verde, perfecta para compartir; el salmón marinado y salsa tártara, fresco y limpio de sabor; el pulpo con mahonesa de pimentón de la vera y cama de yuca, y como plato final y colofón ideal de todo banquete que se precie: langosta frita en aceite de oliva virgen sobre cama de patatas y huevo frito con ajo. Este último plato, excesivo, en producto y en sabores, resulta ejemplar como brunch autóctono, banquete que obvia la medida clásica del mediterráneo y nos arrastra al lado más dionisíaco de la cultura latina. Después de este manjar recomendamos descansar en una sombra a la brisa del mar.

PD: Os quedan por descubrir los postres en trampantojo en las imágenes.

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