Fee Reega es una cantautora alemana nacida en Balingen. Desde hace cinco años reside en Asturias. Primero se instaló en la zona rural, y tras un tiempo, fijó su residencia en Gijón. Quien la ha visto en directo o ha leído sus entrevistas, sabrá que no esconde su amor por la tierra que la ha adoptado. Pero quizás se conozca menos sobre sus orígenes en Alemania, por eso ha sido un lujo poder colarnos en su cocina y que nos transporte hasta su tierra natal a través de un menú puramente germano. Sobre todo teniendo en cuenta que, para Fee, viajar por Europa para dar conciertos y estar inmersa en diferentes proyectos es casi una adicción. Nos sentamos a su mesa, en el piso que comparte con el artista visual David Ferrando Giraut, para hablar de los dos discos que se trae entre manos, (uno en solitario y otro con su nuevo proyecto “Captains”, que verán la luz la próxima primavera), y también, cómo no, de gastronomía.
¿Qué nos vas a cocinar hoy?
He decidido preparar platos de mi región, que tienen en común que llevan alguna cosa preparada con masa de harina y leche. Es muy típico allí usar eso como base de las comidas, por eso no se suele comer pan con ninguno de estos platos. De primero voy a hacer una Flädlesupp, un plato típico de mi región, Suabia, pero al parecer también de otros países. Es un caldo de ternera que se deja bullir durante dos horas y en el que se echan al servirlo unos frixuelos (crepes) cortados. Es un plato que solía hacer mi abuela y me sabe mucho a infancia.
De plato principal preparo unos Maultaschen, una especie de ravioli o piroggi grande, que se rellenan con una mezcla de carne picada, espinacas y especias. Se pueden comer con caldo o, como lo hacemos hoy, brevemente fritos con cebolla y Kartoffelsalat, ensalada de patatas. En mi dialecto, los Maultaschen se llaman «Herrgottsbscheisserle«, lo que significa «engañadores de Dios». Se llaman así porque la gente a veces los preparaba los viernes, cuando deberían solamente comer pescado, para esconder la carne dentro de la masa y que así Dios no la viese. Me gusta porque es bastante pícaro y bastante estúpido a la vez. Para acompañar pongo una ensalada de pepinos y unas salchichas de Nuremberg.
De postre preparo Kaiserschmarrn, un plato típico de Austria pero que se suele comer también en mi pueblo. Es una masa similar a la de los frixuelos (crepes), pero más espesa, que se rompe en trozos desiguales y se come con azúcar glaseado y guindas. Yo hoy los sirvo con albaricoque y un poco de chocolate.
Elegí estos platos porque todos me recuerdan a mi pueblo, a mi familia y a mi infancia. Prepararlos aquí en España para gente que no los conoce y buscando los ingredientes adecuados, es un reto y me hace bastante ilusión.
¿Cuáles son los sabores de tu infancia?
Copos de avena con puré de manzana, agua caliente y pasas por las mañanas. Mazapán en navidad. Un helado que ya no existe que se llama Blizz. Una avellana que se daba a cada niño cada mañana al llegar a la guardería. Ensalada de diente de león.
Durante los primeros años mis padres sólo nos daban dulces los sábados. Los dulces recibidos a lo largo de la semana se podían comer el sábado. Yo tenía dermatitis atópica y comía cornflakes, pasas y nueces mientras mis hermanos comían sus dulces.
Currywurst del puesto en el mercado de mi pueblo que anunciaba: «una salchicha dos marks, dos salchichas cuatro marks, tres salchichas seis marks, hasta llegar a poner: diez salchichas veinte marks«.
Frambuesas y grosellas que crecían en nuestro jardín. La nieve que comíamos cuando estábamos jugando en invierno.
¿Ha llegado el mundo de la cocina a inspirar alguna de tus canciones?
De hecho ahora mismo estoy grabando un disco nuevo y hay una canción que se llama «Tú cocinas». Para mí el acto de cocinar para alguien o que alguien cocine para ti, es algo muy especial y poderoso. Todo el mundo tiene que comer, pero dentro de eso hay un mundo de posibilidades. Hay momentos en que te das cuenta que alguien se esfuerza en preparar algo para ti y que lo hace con cuidado y cariño, y eso puede ser muy conmovedor.
¿Guardas el recuerdo de alguna comida especial estando de gira?
Sí, ¡tengo muchísimos recuerdos! Llegar a un sitio a tocar y ver que la gente te invita a cenar, se convierte en algo importante cuando estás de gira. A veces llevas días sin comer bien y suele ser difícil mantener una rutina. Por eso se agradece mucho cuando los promotores se ocupan de eso, y además es una buena oportunidad para conocerse realmente.
Recuerdo las cenas en mi querido Bar Labranza en Galicia que cerró hace poco tiempo. Rafa, el dueño, siempre traía comida hecha por su madre, servía mucho y buen vino y se sentaba con nosotros durante el tiempo que fuera a contar historias y anécdotas de otros conciertos. Era una gran fiesta cada vez, como una cena de familia, pero sin lo malo de las cenas de familia.
En Alemania es bastante habitual que te sirvan la cena antes o después de tocar, y además, muchas veces por la mañana te espera un enorme desayuno con mil cosas. Recuerdo estando de gira con The Great Park, cuando toqué en Leipzig por primera vez, nos quedamos a dormir en casa de un hombre que coleccionaba arte, libros y vinilos, todo de ediciones muy limitadas y tenía la casa llena de cosas muy interesantes. Por la mañana nos esperó con un desayuno gigante y sacó una botella de whisky de una edición limitada a 100 botellas que dijo que había guardado mucho tiempo. La abrió para la ocasión, a las 10 de la mañana, y nos la bebimos con muchas risas. Desde luego él se convirtió en amigo y lo de beber whisky en el desayuno ahora es tradición cuando vamos a Leipzig.
¿Con qué música acompañarías la comida de hoy?
Mientras cocinaba ponía Hildergard Knef, “Für mich soll’s rote Rosen regnen”, luego escuchamos el nuevo disco de Nick Cave, mi nueva canción favorita, “Rings of Sarurn». Pero si pudiera, la acompañaría con el sonido de los trompetistas que suben cada domingo muy temprano por la mañana a la torre de la iglesia de Balingen y tocan una canción en cada dirección: norte, este, sur y oeste. Con las ventanas abiertas los escuchaba y sabía que aún podía dormir unas horas.
Entrevista realizada por Daniel Acevedo
Fotos: Laura Meixús