Grasso tiene todo los elementos para triunfar: excelente comida, excelente servicio y excelente lugar. Andrea Lanner, René Hasert y Jesse Derkx son los emprendedores que dejaron toda su vida y sus trabajos para venir a Barcelona y empezar este proyecto juntos.
Andrea, colombiana, estudió diseño textil y paso los últimos 8 años trabajando en Tel Aviv. René, el chef, estudió filosofía en Amsterdam mientras paralelamente se le abrió una vía de pasión por la cocina y empezó a trabajar en el famoso restaurante Gebroeders Hartering y Jesse estudió publicidad, marketing y comunicación en Amsterdam y un máster en periodismo especializado en viajes donde su trabajo final fue una guía gastronómica sobre el sur de Francia.
Jesse y René se conocieron un hotel en Austria -donde ellos hacían los desayunos, comidas y cenas- y decidieron que querían montar un restaurante clandestino, con un ambiente íntimo y su destino tenía que ser Barcelona. Así que mientras buscaban el espacio perfecto, Andrea, por otro lado, también buscaba un lugar en Barcelona donde vender sus diseños. Hasta que encontraron un antiguo bar en el born, que se caía a trozos y todavía tenía el olor a alcohol imprengado en sus paredes, pero aun así vieron sus posibilidades y decidieron fusionar ambos negocios: Tienda de diseño de día y restaurante de noche.
“Grasso es un hijo de las circunstancias, nacido por improvisación. Todos queríamos trabajar en nuestros sueños tanto que decidimos compartir el espacio. Ahora nuestro objetivo es de compartirlo con más gente invitando a otros diseñadores, cocteleros o artistas”
Cuando entras al local tienes la certeza que has llegado a un lugar especial: Jesse te recibe con un cocktail de bienvenida- en nuestro caso fue una sangría de cava con sandía- y rápidamente te llevan a tu mesa. Entonces empieza el espectáculo: Ensalada de queso de cabra con higos, nueces y albahaca, endivias con salsa de anchoa, cebollino, remolacha y trigo tostado, sardinas a la plancha con quinoa, judías verdes, cacahuetes y aceite de harissa, chuleta de cerdo con el gravy más increíble del mundo, col fermentada y zanahorias asadas y por último melocotón con miel con sirope de limón y romero y crema de coco.
René, el mago de todas estas creaciones explica que cada cena es distinta y va cambiando sus platos- «Me aburro fácilmente así que siempre quiero probar y experimentar nuevos sabores y que el comensal pruebe algo distinto cada vez que venga. Intento servir una variación de todo lo que he comido en mi vida. Me gusta ir a la Boqueria o a Santa Caterina y comprar producto fresco, de temporada y que me inspire para experimentar y divertirme» nos cuenta.
Así que cada día en Grasso es distinto y siempre están ocurriendo cosas nuevas. Nuevas y muy muy buenas.
Si quieres ir a cenar a Grasso apuntante aquí.
Texto: Alba Yáñez
Fotos: Beatriz Janer