Il Giardinetto

En 1973, Leopoldo Pomès abría este acogedor y extraordinariamente romántico restaurante situando en el barrio de Sant Gervasi, donde la cocina te acerca a una mezcla de cultura italiana y mediterránea. Al entrar, te será difícil no quedarte embobado con su fantástica decoración; un jardín en pleno asfalto que te invita a evadirte del mundo urbanita durante la velada. Qué divertido es viajar en el tiempo y poder ver e imaginar como fue la época de la Gauche Divine en Barcelona.

Y no lo decimos sólo nosotros. Il Giardinetto ha sido ganador de dos premios FAD de interiorismo. El primero, en 1974, fue para los arquitectos Alfonso Milá y Federico Correa. El segundo, en 2013, fue para Iván Pomès y Max Lamazares por su reforma, una obra que abría el restaurante al exterior a través de una gran barra y ventana: “Una delicada y precisa intervención hecha sobre un local ejemplar, ya clásico, que no sólo no lo mutila, sino que refuerza el que había y completa lo que quizás faltaba”, según el jurado.

A partir de esa reforma, te invitan a disfrutar de sus platillos en la barra de una manera más informal. El ou en panet, el Steak tartar o Tartar de atún son platos que deben estar en tu comanda. Y los jueves, puedes divertirte probando su paella de fettuccine. Pero si hay algo que debas comer en Il Giardinetto es la pasta; la reina de la casa. Tienen infinidad de variedades y todas exquisitas: su Sofía Loren, el trío, el rigatoni, las lunette de espinacas, los raviolis, la lasanga de mil hojas, los tagliolini putanesca o los spaghetti aglio, olio e peperoncino con toque picante. Para acompañar, no te vayas sin probar los guisantes del Maresme con menta, son indiscutiblemente los mejores.

El actual director–Poldo Pomès, hijo del fundador Leopoldo Pomès–, con su personalidad, amabilidad y entusiasmo, mantiene el dinamismo del local. Es un gran gastrónomo y ha heredado la cultura de su madre –Karin Leiz, escritora del libro Las verduras de muchas maneras– y de su padre –un icono de la fotografía de vanguardia en los años 60 y 70 e impulsor sibarita que le llevó a crear la tortillería Flash Flash y escribir el libro Comer es una fiesta–.

Poldo siempre tiene nuevas ideas para potenciar el local, como la de hacer del escaparate un espacio itinerante para artistas. De momento ya han pasado veintiuno de la talla de: Apparatu, Arquitectura G, Miguel y Gonzalo Milá, Carlitos y Patricia, Sandra Tarruella o Marc Morro.

Cuando la noche llega, todo cambia. Se apartan las mesas y, por arte de magia, el local se convierte en una pista de baile, con auténticos barman de chaqueta blanca, serviciales y comprensivos –de oficio, vaya– que te preparan el cóctel que más te gusta. Aunque quizás sea mejor que sean ellos los que decidan por ti, seguramente sepan más que tú.