Kaiku

Cuando preguntes a un barcelonés cuál es el sitio para comer paellas, rara vez te contestará un restaurante que no sea el Kaiku de la Barceloneta. Para empezar, cabe destacar su emplazamiento a escasos metros de la orilla del mar y su terraza, donde puedes lucir gafas de sol en pleno mes de enero, como es habitual en esta ciudad. El interior del establecimiento –que sigue manteniendo la decoración de la tasca vasca de pescadores que una vez fue – apenas necesita de bombillas dada la cantidad de luz solar que entra por los vastos ventanales.

Pero, si algo distingue este restaurante del resto de locales de la zona es la carta creada por el chef Hug Plá Cortès que, como buen catalán-mallorquín, entiende bien el concepto del “mar y montaña”. No encontraréis chipirones a la andaluza ni caldereta de langosta, pero sí Zamburiñas en salsa minyam, Navajas mini del Delta, Anémonas con alioli de mango o una selección de arroces de sorprendente ligereza y suculento sabor –como el Arroz ahumado del Chef o Arroz al Rape - y demás pescados de palangre. La lonja situada a 200 metros del local les proporciona el pescado –nunca de piscifactoría o de arrastre – con el que crean deliciosas cremas espesadas siempre con arroz o patata y no con harinas; es decir, platos inofensivos para los celíacos. Durante la primavera, encontraréis platos cocinados con productos cultivados en su propio huerto del Mas Nou,como la Tempura de Flor de Calabacín rellena o la Ensalada de Tomates de tres colores.

Alguna vez, alguien ha lamentado la escasez de variedad en la carta de vinos. Pero, si es escueta, no es por falta de criterio o conocimientos, sino más bien todo lo contrario. Los responsables de Kaiku conocen muy bien a su clientela y ofrecen una reducida selección de vinos, nada obvios, ajustados a la demanda de la peña y que maridan, harmoniosamente, con los sabores naturales que encuentras en cada plato.

Mención especial merecen los postres del pastelero residente, Roger Masdesiol, que están a la altura de los platos de Hug.