En una sencilla libreta azul a la que se le caen las hojas, están guardadas las recetas de Kuzina. Es la misma que usan los niños griegos en el colegio, y está escrita de puño y letra por Eva, la madre de Alkis. Ella, de tanto en tanto, aterriza en València con una maleta llena de provisiones y hace, me cuentan con cariño, un control de calidad digno de “madre griega”.
Con esta garantía de honestidad se abre cada día en la Seu la puerta de madera de esta “kuzina”, más propia de una casa al otro lado del Mediterráneo, allí donde abunda el aceite de oliva kalamata, el eneldo, la menta o el orégano fresco; las berenjenas, el tomate o la miel. Una cocina que no se viste de vanguardia ni la firma nadie, porque su secreto está en el mejor producto fresco y en la importación directa de confort helénico.
La sencillez y deliciosa ligereza de la dieta mediterránea reina en esta carta en la que no faltan ensaladas frescas con el tomate, el feta y las aromáticas como protagonistas, o clásicos aperitivos griegos como el Tzatziki, con auténtico yogur griego, pepino, ajo y eneldo fresco, y la Melitzanosalata, o ensalada de berenjena asada, ambos acompañados de un pan pita artesanal. También, para abrir boca, es más que recomendable probar la frescura de los Kolokithokeftedes, croquetas de calabacín y hierbabuena, o los saquitos de arroz aliñado envuelto en hoja de parra, el Ntolmadakia.
Uno de los platos más singulares de Kuzina es sin duda Xtapodi Me Fava, un pulpo marinado en vinagre con alubias y limón. Entre las especialidades hogareñas no podía faltar la archi-conocida Moussaka, además de varias recetas tradicionales a base de pescado y de una variedad de carnes importadas.
Lydia y Alkis, inglesa y griego, iniciaron su andadura en la hostelería en un minúsculo local desde el que le contaron a València, que en realidad poco sabía del tema, qué se comía y qué se bebía en una casa en Grecia. Trabajar en un espacio como aquel, más propio de un camarote que de un restaurante, y recibir cada semana un camión de productos importados, les hizo aprender rápido a racionar y optimizar espacio y procesos. “Teníamos los tomates contados, no cabía ni uno más”.
En su nuevo local, el color azul, como el de la bandera, el recetario casero y el mar que nos une, decora las paredes trazadas con figuras geométricas. Allí gestionan un equipo de sala y el saguntino Oliver Cabrera cuida de los fogones. En esta nueva Kuzina caben más tomates, más vinos y muchas más ideas y proyectos.
Carrer del Comte d’Almodóvar 4, Valencia.
Horario: de lunes a viernes de 13:30 a 15:45hs y de 20:30 a 22:45hs. Sábados hasta las 23:30hs.
Teléfono: 960 01 35 54
Fotos y texto: Marta Pascual