Entrar en la Bòbila es como adentrarse en un atelier. En un escenario de película. En un mundo de ensueño. Un único espacio dividido en varios escenarios repartidos en una tienda, un restaurante y una agradable terraza al aire libre.
Lo que en un pasado fue una fábrica industrial de cerámica, es ahora lugar en el que encontrar una interesante cocina de fusión que une japonés y mediterráneo. Pasantes, viajantes y residentes del Empordà se detienen para comer en esta joya escondida que ha sido bautizada como Bò de la Bòbila.
Sus propietarios Josep Maria y Susi son los encargados de que el espacio esté en constante cambio y transformación; y Judith, encargada del restaurante, es quien recibe y presenta la oferta gastronómica a los comensales. En los fogones se encuentra Max, un chef de raíces filipinas que da forma a los ingredientes desde la cocina.
Hace ya un año que este equipo decidió darle una vuelta a un concepto heredado. A una carta que constaba de solamente sushi se le decidieron integraron varios platos mediterráneos. Podemos decir que éste es uno de los pocos sitios de la costa brava con una oferta de sushi de alta calidad combinada con una cocina de cariz local.
Acertaréis si pedís el niguiri de gamba cuya textura y melosidad se deshace en boca, acompañado de soja, jengibre fresco y una mayonesa con huevas de salmón. Las verduras en tempura Kakiage destacan por su rebozado crujiente y poco pesado que envuelve la verdura cocinada en su punto justo de cocción. Ingredientes trasladados directamente del huerto a la mesa.
Para los que se decanten por sabores más mediterráneos, el salmón con guacamole cautiva por su combinación de texturas, temperaturas y colores. Así como el filete vuelta y vuelta presentado sobre una cama de arroz salvaje. Ambos de cantidades generosas y elaborados con productos de alta calidad.
Para terminar, los postres. Todos elaborados por el mismo chef, quién ya domina las recetas más tradicionales de esta tierra. La tatin de base fina y crujiente con una capa de manzana al horno, acompañada de un helado de merengue y espolvoreada de canela es probablemente uno de los postres favoritos de los asiduos al Bò de la Bòbila. Si os pierde el chocolate, el tibio de chocolate o las trufas artesanales son una apuesta segura.
Un auténtico festín tanto para el paladar como para la vista. Y es que tras disfrutar de una cocina y un servicio impoluto, os podéis perder entre los infinitos muebles y objetos del almacén y observar los antiguos hornos en los que se cocían las piezas de cerámica años atrás. Todos ellos han sido conservados e incluso alguno se utiliza como reservado para poder hacer cenas en grupo.
Una experiencia escondida en las entrañas del Empordà.
La Bòbila
Precio medio: 35 €.
Menú mediodía: 19 € (todos los días)
Horario invierno: De jueves a domingo
Corçà
T. +34 972630359
www.bobila.com
Texto y fotos: Marta Parera