La Bodeguilla de al lado, la casa del arte y del vino

La bodeguilla puede pasar inadvertida al pasear por una de las calles anexas a la Facultad granadina de Derecho, pero su terraza perfectamente cuidada con manteles de croché, el escaparate de Petra, su flamenco como hilo y el bodegón alpujarreño de la entrada te avisan de que algo importante está a punto de suceder.

Desde 1992 que abrió sus puertas no ha dejado de sonar en las conversaciones de la gente tabernera y los amantes de la uva. Fuensanta Martín Cáceres, desprende sabiduría, personalidad y buen gusto, y encima tiene una de las tabernas más bonitas y que mejor representa esa Andalucía pura, con buen vino y cocina de producto.

Aprendiendo con mucho amor durante años, y convirtiéndose en la primera mujer sumiller de Granada, forma parte de la primera generación de sumillería española. Está rodeada de las cabezas más sabias del vino, y ese respeto por el vino se siente al cruzar sus puertas.

A consecuencia de este bagaje, en 2015, Fuensanta abrió Petra Vinos y Más, un espacio multifuncional y cultural, especializado en vinos naturales, y con una importante oferta de generosos de Jerez. En ella ofrece un sinfín de referencias, organiza catas personalizadas y compartidas con conciertos de flamenco o jazz.

Su público sigue creciendo gracias al boca a boca y a su inclusión en las redes sociales, y con él también la bodega, que desprende ese balanceo de culturas tan característico de Granada. Los visitantes se mimetizan en seguida con la belleza del lugar y se contagian del cante al viñedo y al arte.

Para beberse una buena copa de vino no hay nada mejor que acompañarlo con productos locales. La carta escrita a mano, en letra ligeramente cursiva, tiene verdaderas delicias, así como las tapas que acompañan a las bebidas que son igual de ricas. La tosta con crema de tomate y aceite de oliva del Valle de Lecrín con bacalao, la melva con tomate seco sobre calabacín crudo, la cinta de lomo de cerdo blanco a la sal o los pimientos verdes asados, son pura erupción para los sentidos. Y por supuesto, todo acompañado de un maravilloso pan de Alfacar de horno moruno, con aceite de oliva en la masa y sal gorda en la corteza.

Visitar a Fuensanta siempre es un acierto, siempre sales más feliz de lo que entraste, y si no lo estabas, seguro que lo cambia.