Paseando por Poble Sec nos encontramos con una de las tabernas más originales de Barcelona: La Chana. Suena rock y soul de los sesenta y sirven pescaíto frito. La decoración mezcla los azules tradicionales del sur, con útiles de pesca y fotos de grupos andaluces. Suena a pastiche, pero Natalia García consigue que todo encaje con naturalidad, de hecho logra lo que casi todos los restauradores de este país buscan al inaugurar un local: que sea auténtico.
La Chana es un derroche de autenticidad, desde el producto gaditano a los vinos andaluces. Desde los posters hasta la barra. Se nota que esto es un bar de autor(a), que transpira la personalidad de su dueña. Natalia imaginaba cuando vivía en Sanlúcar de Barrameda una taberna donde comer bien rico y escuchar la música que a ella le gusta, “nada de ecos del rocío o ese rollo, en mi pueblo es imposible concebir un bar que sirva comida tradicional pero que pongan rock”. Así que allá por 2014 se vino a Barcelona para abrir La Chana, que como su nombre indica, mola mucho.
Es un sitio que claramente tiene algo especial, ¿podríamos llamarle duende? Pero vamos a lo importante, que aquí es comerse un buen cazón en adobo, una ración de mojama de atún rojo de Barbate, unas olivas de Antequera o una ensaladilla de pulpo que te saca lágrimas. La bebida también tiene su lugar especial: con una gran selección de finos, manzanillas… uno puede iniciarse en los misterios del velo de flor. El producto normalmente viene del sur, pero también va por temporadas y disponibilidad según nos cuenta Natalia: “ahora por ejemplo no hay ortiguillas porque hay marejada en el sur y es peligroso cogerlas; en verano en cambio las compro del norte porque el frio les sienta muy bien y están más sabrosas.” Así Natalia va ofreciendo en La Chana una selección de productos sencilla pero espectacular. Ojo, no es que la suya sea una cocina sin técnica; la fritura por ejemplo es muy buena: no es grasa y está en su punto, pero está claramente al servicio del producto. Nos comemos la mojama y juramos por jabugo de mar, pedimos una “tostá del abuelo Pepe”, que es el padre de Natalia, “la típica tostada de sardinas que nos hacia nuestro padre los domingos por la mañana”. Su madre se pica, quiere una tostada con su nombre, y así nace la “tostá de la abuela Mila”. Todo queda en familia.
Pero lo mejor de La Chana son las noches, escuchar a Chuck Berry mientras uno se toma una tapita de queso payoyo y una caña puede parecer poco ortodoxo, pero funciona. Esa es la razón por la que semana tras semana nos vuelven a ver por La Chana.
Carrer del Poeta Cabanyes, 8, Barcelona
Horario: Lunes cerrado; de martes a jueves de 19:00h a 23:30h; viernes de 12:30h a 16:30h y de 19:00h a 23:30h; sábados y domingos de 12:30h a 23:30h
Texto y fotos: Ricard Raventos