Que los fundadores de la Brûlerie de Belleville (empresa que se dedica al tostado de café) decidieran abrir las puertas de una cafetería al más puro estilo de los «café-bar» parisinos parecía sólo cuestión de tiempo. Aunque La Fontaine de Belleville es mucho más que un clásico café.
A pesar de estar ubicado en el corazón del 10ème arrondissement de París, a dos pasos del Canal Saint-Martin y el concurrido Boulevard de la Vilette, La Fontaine desprende calma. Al entrar nos invade esa nostalgia tan característica de los viejos cafés parisinos, con sus suelos de baldosas hidráulicas, paredes cubiertas de espejos, barra de madera y muebles clásicos. Su terraza, reconocible por su fachada, sillas y mesas en color azul eléctrico, es ideal para tomar el aperitivo en las mañanas soleadas.
Abierto de 8 de la mañana a 10 de la noche, siete días a la semana, La Fontaine se ha convertido en el lugar idóneo para tomar un buen café a cualquier hora, disfrutar de alguno de sus sencillos platos a la hora de la comida, o pasar un buen rato acompañado de una cerveza y una tabla de quesos o charcutería. Así que no resulta extraño, por tanto, que este café-bar cuente con una clientela variada. «A La Fontaine viene todo el mundo», bromea Thomas, uno de los fundadores del tostadero y actual gerente de La Fontaine. Aunque a juzgar por la cantidad de nombres propios que se escuchan cada vez que alguien entra por la puerta, no va desencaminado. En sus escasos seis meses de vida, son muchos los que ya se han convertido en clientes habituales.
Thomas defiende su oferta de restauración simple, «casi emblemática en este tipo de cafeterías» y compuesta por las clásicas croques, ensaladas, sándwiches y postres o desayunos tradicionales. Los sábados y domingos, como es habitual en las cafeterías de París, los clientes pueden también optar por un menú brunch, con opciones que cambian cada semana. «Ofrecemos productos frescos y de temporada cuyo origen conocemos», afirma.
Y aunque su croque monsieur, con jamón de París, queso curado y bechamel casera, y su gigantesco (y delicioso) pain perdu con pan de brioche son ya célebres entre los clientes de La Fontaine, la estrella es, sin duda, el café: Procedente de Belleville Brûlerie-Paris, como no podía ser de otra forma, destaca por su calidad. De filtro, de cafetera, expresso o con leche, disponible en múltiples variedades. Para los indecisos, lo mejor es dejarse guiar por la experiencia de sus camareros.
Pero en La Fontaine no han querido olvidar su faceta de bar y ello se refleja en el menú: El resultado es una variada propuesta de quesos y charcutería de varios países (también española), que se combinan con su carta de vinos, cervezas artesanales y cócteles para ofrecer el perfecto apéro francés. Y, si es sábado, podremos disfrutar de nuestro aperitivo acompañados de un pequeño concierto de jazz en directo. La Fontaine de Belleville es la prueba de que algunos clásicos bien ejecutados nunca dejan de funcionar.
La Fontaine de Belleville
31-33 rue Juliette Dodu, 75010 París
Horario: De lunes a domingo, de 8h a 22h.
Precio aproximado: Entre 10 y 25 euros.
Texto y Fotos: Naiara Reig