José María y Sofía arrancaron su proyecto en vista de una gran carencia en Bacalar: un espacio donde pasar el día, comer rico y empalagarse de turquesa. Si hoy es un pueblito tranquilo, en ese entonces era fantasma. Batallaron mucho para conseguir clientes, ella de cara al negocio y José María de pulmón en la cocina. Cocinaban, lavaban, limpiaban y cobraban. Como esas oportunidades que se presentan una vez en la vida, surgió la posibilidad de desarrollar en éste magnifico terreno, que antes era un baldío medio tristón, lo que hoy es la señora Playita.
El guardián del lugar es un árbol de hule viejo de 200 años que ni los más aguerridos huracanes han podido desenraizar. En esta época del año sopla una brisa suave y constante, que durante la comida permite vislumbrar por entre sus ramas la laguna de los siete colores. Su sombra cobija las mesas de la terraza exterior, de las cuales se adueñan con suerte los comensales puntuales. Para despertar con suavidad los sentidos, adormecidos por la inverosimilitud de tan apremiante escenario, nada mejor que un tequila fresco y derecho con rodajas de limón, o un coctel ardemarga con tequila, moras, triple sec, jugo de limón y chile habanero. Como tentempié, las tostadas de atún fresco curtido son la continuación perfecta, y por el simple placer de no tener otra responsabilidad que gozar, no está de más pedir un agua chile de camarón curtido en jugo de limón y chile serrano. Incomparable en sabor y en presentación a cualquier otro agua chile conocido hasta ahora.
Después de tan imponente y merecida entrada, los tacos tikis de camarones al tempura y aderezo de chipotle son tentadores, aunque sin duda el plato fuerte por excelencia es el popular. Son tentáculos de pulpo en adobo de chiles secos, acompañados de papa y toques de puré de aguacate, rociado con ceniza de cebolla. Una receta de Sofía, quien junto con el chef de la casa, se inspira, investiga y mezcla cual pociones con al parecer la intención de conquistar el mundo. El oriental, con camarones jumbo en costra de coco y salsa de mango es un platillo divertido que orquesta un verdadero carnaval de sabor. El local, con camarones confitados en salsa de cítricos y arroz con pepitas de calabaza es el preferido de algunos clientes recurrentes, mientras que las pizzas son una locura. En especial la perezosa, con pera, cebollas asadas, menta y queso de cabra.
Como acompañamiento verde mencionan la compa, una ensalada con lechuga fresca, pera, aguacate, fresa, granos de cacao y queso de cabra. Y para el abstemio proponen sin miedo al error el vega niche, un ceviche vegano a base de una generosa porción de carne de coco que maceran en jugo de limón y sirven con pico de gallo y cilantro; o la tostada verde, con vegetales salteados sobre una base de arroz, aguacate, col morada y salsa picante. La carta de jugos frescos es variada y muy colorida. Llama la atención el monstruo verde con chaya, una planta dulce local muy nutritiva, piña y limón.
Con tal de aprovechar hasta la última cucharada, nos confrontan con la imposible elección entre un fondant de chocolate con chile morita, que literalmente estalla en la boca, y un mousse helado de coco. Por seguridad cabe recordar que después de semejante glotonería, se recomienda esperar el tiempo reglamentario antes de siquiera soñar con meter los pies en el agua.
Av. Costera esq. Calle 26, Bacalar, Quintana Roo, CP 77930, México.
Horario: martes a domingo de 13h. a 22h.
Texto: Guénola Bally y Sofía Lynch
Fotos: Guénola Bally