Si algo recordamos de la cocina de nuestras abuelas – a parte de los macarrones- es la sopa. En este plato básico y humilde se ha inspirado La Soperí, que no solo le ha dado nombre al restaurante, sino al wifi: ‘hastaenlasopa’.
“En las primeras apariciones culinarias está este plato. A lo largo de la historia, ha ayudado a sobrevivir en momentos de guerra y miseria. La sopa es muy plural, puede estar en la mesa de una familia rica o pobre, y ser igual de sofisticada”, apunta Naiara, cocinera y socia del local.
A parte de homenajear la cocina de la abuela, aquella que se elabora con cariño y a fuego lento, hace un guiño a gastronomías del mundo. Nos sumergimos en la mediterránea con los corazones de alcachofas con panceta ibérica; viajamos a Japón con los rollitos de calabacín y salmón marinado; y pasamos por México con los tacos de cordero con achiote y plátano o el trío de guacamoles. Siempre combinado con una cocina ecológica, de temporada y de mercado.
El mismo recorrido los hacemos con la carta de sopas: desde el ramen de escudella con gyozas de butifarra negra hasta la sopa de flores con gambas y tofu.
Aunque Naiara no se atreve a llamarla fusión, su cocina es una mezcla de sabores representativos de otras culturas. Si tuviera que darle un nombre a sus creaciones, diría que es ‘arte-sana’, en el amplio y ceñido sentido de la palabra. “Sana porque no freímos los alimentos, y casi todos los productos son orgánicos”, señala.
¿Y arte?
“A parte de cocinera soy bailarina. He bailado toda mi vida, y ambas profesiones las considero sinónimo de expresión. Para mí es como si me hubiera llevado la disciplina de una compañía de danza a mis fogones. Hay mucha relación creativa. Lo bueno es que si cocino, no hecho de menos bailar”, expresa.
Pero no solo la comida es la protagonista de este restaurante. Su barra de cócteles orgánicos le ha dado el título de la primera y única coctelería 100% orgánica de Barcelona. Para los que apreciáis un buen mezcal, la mejor opción es la Margarita de Jazmín, hecha a base de mezcal macerado con flores y plantas, zumo de lima y miel de agave. Todos los alcoholes son artesanos, sin químicos añadidos, por lo que las marcas más conocidas no las vais a encontrar.
La experiencia gastronómica no sería la misma sin el ambiente acogedor, el clima familiar y la decoración vintage. Vintage auténtico. Todos los muebles son antiguos, rescatados y restaurados. Algunas tazas son de la abuela de Naiara, aunque, en general, la vajilla de porcelana limoge la ha conseguido en subastas o mercadillos de segunda mano. En este sitio no se les escapa ningún detalle.
Carrer del Rosselló, 197. Barcelona
931 57 62 88
Horario: martes a sábado de 13:30 – 16:00 y 20:00 – 01:30. Domingo de 11:00 – 19:00. Lunes cerrado.
Texto y fotos: Anna Veciana