La Tanda, la honestidad y la autenticidad en la mesa

En el número 210 de la calle Pere IV, en el sorprendente barrio de Poblenou, existe un lugar para comer sin prisas, que te hace sentir como en casa. Su nombre, La Tanda, abierto hace pocos meses con el espíritu de recuperar Barcelona, te da a entender la gastronomía tradicional, aceptarla y saborearla.

Su propietario, Llorenç Roca Font, es un hombre que tiene muy bien integrada esta filosofía y junto a su incondicional equipo, la intenta transmitir cada día a su público. En La Tanda se preparan los platos que el barcelonés comía de pequeño, sabores del Mediterráneo con productos de mercado.

El empresario, que también es músico, partió trabajando en la logística de la Boquería transportando pescado, oficio que le permitió además de conocer de cerca la cultura en torno al producto, aprender lo maravilloso del trato con la gente. Más tarde, ya de camarero se empapó con las bondades del mundo culinario.

En cocina le acompaña un chef con verdadero amor por la materia prima, formado en Italia y con trayectoria en reconocidos restaurantes. Entre ambos buscan la conexión con el producto. Se encargan de la compra directa con los proveedores, disfrutan con las elaboraciones y cada plato los sirven con cariño.

No buscan copiar los actuales modelos de la ciudad con platos pretenciosos ni a la moda. Buscan todo lo contrario. Que quienes entren prueben productos tradicionales preparados con humildad aunque con una pizca de originalidad.

Así, nos encontramos con unos sonsos, popularmente conocidos como pescaditos fritos, de excelente calidad con un rebozado casi imperceptible al paladar. Bajo el concepto de productos del mar, la carta ofrece cocochas de bacalao en tempura; boquerones con olivada, tomate y mandarina; sardina ahumadas con higos y jamón; berberechos y navajas, entre otros.

Para quienes opten por carne, las mollejas con alcaparras y parmentier se han convertido en uno de los clásicos junto al foie- gras con pan tomate y albaricoque.

Tampoco figura dentro de sus pretensiones el servir menús del día y aunque la carta se lee en un abrir y cerrar de ojos, esta se cambia con poca periodicidad. Lo que sí están dispuestos a hacer es a sorprender con algún producto que haya caído en las benditas manos del chef. En la ocasión, lo consiguieron con una langosta acompañada de patatas y huevos fritos, imposible de dejar indiferente a nadie y unos calamares en salsa de sobrasada, ideal para comer con pan.

A pesar de que en La Tanda se escapan de la oferta gastronómica más demandada por el turista, son varios los extranjeros que se han sentido atraídos por la sutileza que caracteriza la experiencia en este comedor.

Sin lugar a dudas, es un establecimiento donde el propietario y su equipo depositan el amor por el proyecto, en platos del día con gastronomía de alta calidad local. Uno de estos lugares que si entras, seguro regresarás.