La revolución de la que hablo no es otra que la de mejorar la vida de los que les rodean por medio del restaurante y su emplazamiento. El lugar elegido es Watts, a las afueras de Los Angeles, con una comunidad inmigrante en riesgo de tener una siguiente generación peor que la actual. Y la forma de llevar a cabo su revolución es hacer del restaurante el centro de esta comunidad, dando trabajo, formando y uniendo, haciendo que el orgullo y la esperanza les haga mirar más lejos sin sentirse menos que nadie.
Entrar en este restaurante de comida rápida es un placer enorme, se nota que desde el que cobra hasta el que recoge la basura saben que están en un sitio especial y lo transmiten. Sonrien sin parar, bromean contigo, te preguntan… da igual si eres un grupo de amigos o un niño comprando batidos, la energía es absolutamente contagiosa.
Respecto a la comida, sólo puedo decir que todo lo que tocan estos dos chefs es delicioso. La comida tiene que ser la que demanda la comunidad, el fast food, pero llevada al nivel de la excelencia tanto en calidad de alimentos como en preparado, quitando azúcares y grasas, y se nota el enorme nivel que han conseguido en pos de su meta, buena comida para todo el mundo. La hamburguesa de pollo frito con verduras y salsa de mostaza, las alitas de pollo fritas con cobertura sabrosísima y waffles, los burritos o el chile de ternera o vegano son sabor y experiencias en sí mismas. Las limonadas se preparan allí mismo (ya que no sirven marcas comerciales) y los postres de batido o helado te dejan con buen sabor de boca.
Todo lo que genera el restaurante se reinvierte en la comunidad ya que este negocio va de cambiar vida, no cuentas bancarias. Las camisetas, las gorras y demás merchandising están a la venta en el propio local y en su página web.
Hablamos con Roy Choi un momento durante la comida, es un tipo serio, muy serio al que se le ilumina la cara cuando sonríe. No deja de trabajar un momento, ya sea contestando mail, charlando con alguien o comprobando que todo está en su sitio. Le preguntamos por la enorme dificultad de su proyecto, y muy serio nos contesta Life is Hard too, but you do it, lo que condensa perfectamente su ideario, que algo sea difícil no implica no hacerlo, si no luchar más por ello.
Lo que queda claro es que Locol no es un fast food al uso, es un sitio al que venir a comer buena comida, hablar, disfrutar y extender la palabra al irte. Ellos expresan su concepto con una decoración minimalista en blanco y negro, cuadros de fotos de Los Angeles y graffitis de comics a medida. Porque como dicen en las paredes, We Are Here y han venido para quedarse aquí mucho tiempo!
Horario: Todos los días de 11h a 20h
Texto y Fotos: Mercedes Zubizarreta