Entramos en terreno delicado, y es que el tema que nos ocupa le toca la fibra al valenciano más impasible. Se comenta que para entender lo que pasa en la ciudad a media mañana, hay que vivirlo desde dentro. Aún así vamos a intentar hacer un retrato lo más fiel posible del placer matutino más autóctono de la Terreta, el almuerzo o esmorzaret. Para abrir boca, un dato: la etimología de la palabra almuerzo nos recuerda que su primer significado fue “mordisco”, ese bocado entre horas. Os adelantamos que aquí el concepto se ha llevado, por decirlo suave, un pasito más allá.
El esmorzar se venera. Por eso encontrarás en cada barrio, pueblo o polígono innumerables templos del almuerzo con barras atiborradas de producto, donde no cabe un alma en hora punta de la mañana. Del más currela al oficinista de traje y corbata, comparten espacios para consumir la combinación sagrada de bocata, pincho o plato, con los actores secundarios de cualquier esmorzaret que se precie: cacao del collaret -el autóctono, si no lo has probado te estás perdiendo los cacahuetes más sabrosos-, oliva chafada o partida, y encurtidos. Todo esto acompañado de bebida -vino, cerveza o refresco- y culminado con un café -cremaet preferiblemente-.
Por suerte hay una amplia oferta barras de almuerzo buenas bonitas y baratas dentro de la capital de Túria, lo que no hace fácil delimitar una selección. Por eso hemos dividido este recopilatorio en dos partes. Aquí os dejamos, con mucho cariño y humildad, los primeros diez seleccionados.
Este enclave icónico del barrio marinero del Cabañal abrió sus puertas por primera vez como sede de la “Sociedad La Liga Marítima de Pescadores” nada menos que en 1909. Doce años después, Pascuala Vivas tomó las riendas del local, y empezó a preparar comandas para llevarlas, de madrugada, a las tripulaciones de los barcos antes de salir a faenar. La misma familia sigue regentando la bodega, que no puede negar sus orígenes: su larga trayectoria dedicada a saciar los estómagos de los pescadores se hace patente hoy en uno de los almuerzos más contundentes de Valencia con sus bocatas de barra de a cuarto o sus impresionantes bravas. Tradición cabañalera pura la de este local, uno de los más queridos por los valencianos, que tiene como ingrediente estrella la carne de caballo
Cuarenta y siete años sirviendo almuerzos explican la solera de este establecimiento; un mostrador atiborrado, o los fuegos siempre en marcha para reponerlo, la confirman. La actividad del bar es frenética durante toda la mañana. El poder de convocatoria de un almuerzo -de los de verdad, como este- es capaz de congregar sin distinción a banqueros, obreros, políticos, amas de casa, o estudiantes. Este elenco que llena diariamente el bar del mercado municipal Rojas Clemente, es una clientela fiel, que ha coronado a la Jamonada (jamón, patatas y huevo) y a la tortilla de cebolla y bacalao como los reyes de la barra.
Ricard Camarena, que conoce bien lo que es la cocina de altos vuelos, sabe también que no hay nada mejor que aterrizarla en algo tan popular y, sencillamente, tan bueno, como un almuerzo. Y lo ha hecho en uno de los lugares más privilegiados de la ciudad: el Mercado Central. Es el único establecimiento con licencia para cocinar dentro del edificio histórico, lo que convierte en un auténtico gustazo pararse en medio del bullicio de verdulerías y charcuterías para disfrutar de un buen bocata. Como era de esperar, cualquier cosa que se pida en esta barra está de toma-pan-y-moja, desde los buñuelos de bacalao a la gamba roja de Dénia, pasando por los platos de cuchara -los más demandados por los trabajadores del Mercado-. De sus bocatas, nos quedamos con el Canalla, con morcilla picante, revuelto y pimiento encurtido.
Cervecería Alhambra
En la archi-famosa Cervecería Alhambra no esperes encontrar grandes lujos ni cursilerías. Un pequeño y sencillo local especializado en tortillas ha logrado conquistar estómagos de miles de valencianos durante años. Todas llevan patata, y además otro ingrediente, como sobrasada o espárragos; tienen unos 36 huevos y un interior jugoso que despierta todos tus sentidos antes incluso de probarla. Son las tortillas de la cervecería Alhambra, y os aseguramos que al probarlas, entenderéis su fama.
Cervecería Guimerá
Una familia de hosteleros de raza, con esa inteligencia emocional innata propia del sector, regenta este bar de tamaño considerable en el que no queda ni un sitio libre de 9 a 10 de la mañana. Poco o nada se ha escrito de este local que alberga una de las barras de almuerzo más nutridas y variadas que puedas encontrar, llena de revueltos, producto fresco y guisitos tradicionales. Es como un secreto bien guardado que ha llegado por el boca-oído a vecinos y multitud de trabajadores que, aunque vengan de lejos, tienen al “Guimerá” como el preferido para su pausa matutina. No sólo está buenísimo y es tan abundante como si te lo hubiera preparado tu propia abuela, es que además es uno de los más económicos del Cap i Casal.
Alrededor de los mercados municipales han surgido muchos de mejores lugares para probar un auténtico almuerzo valenciano. El Trocito del Medio se encuentra pegado a una de las puertas del emblemático Mercado Central, y como su nombre sugiere, es un rinconcito estrecho flanqueado por otros locales más amplios. En su terraza o en su sorprendentemente amplio interior puedes probar su bocata estrella, de lomo al horno con patatas y alioli. No sabemos cual es su secreto, pero está espectacular.
Kiosko La Pérgola
Un imprescindible de la ruta del almuerzo, de los de toda la vida. Además de tener todo lo que tiene que tener para entrar en todos los rankings del buen esmorzaret, destaca la ubicación de este kiosko, en plena Alameda, junto al río y al jardín de Viveros. Un sitio donde disfrutar de la luz de sol casi perenne de esta ciudad. Tan popular como el establecimiento es el “Super Bombón”, su bocata con lomo, queso, champiñones, patatas y salsa especial. Tampoco os podéis perder su delicioso bocata de sepia dos salsas, y para terminar, no hay duda: cremaet, es uno de los mejores.
Hay un oasis de paz y buen rollo en medio del casco histórico de Valencia: La plaza de la Tapinería. Un equipo de gente creativa proveniente del mundo hostelero, publicitario y empresarial convirtió un rincón abandonado del Carmen en un espacio para el arte, la gastronomía, el turismo y una de las ofertas de ocio más frescas de la ciudad. Parte de la culpa de esta maravillosa combinación la tiene la Bernarda, un local lleno de antiguos sifones, plantas y sobre todo, cajas y cajas verdura. Por suerte para nosotros han decidido recuperar el que han bautizado como “Large Esmorzaret”, en el que tu eliges entre barra entera, media o cuarto. Hay pocos sitios con un buen almuerzo que tengan una terraza tan interesante y donde se esté tan a gusto como en la plaza de la Tapinería. El producto de mercado -siempre fresquísimo- una tortilla de patatas espectacular y el cariño que pone esta gente en todo lo que hace lo convierte en uno de nuestros favoritos.
El Clavo es un recién llegado a uno de los barrios con más cultura de esmorzaret, el Grao, pero viene con muchas ganas. Junto a otros locales míticos, y frente al antiguo mercado, se abre camino este establecimiento decorado con gusto moderno pero conservando mucho sabor a tradición. Una taberna donde da ganas de echar las horas entre amigos, que tiene una oferta no enorme, pero sí bien seleccionada, de alguno de los clásicos con unos precios muy competitivos. Muy recomendable el pincho de tortilla con chorizo y o el bocata de finas lonchas de ternera con ajetes.
Antes de entrar a la Puerta del Mar, no te esperas el espectáculo que se repite mañana tras mañana en su amplio y elegante salón interior. Situado en pleno centro, sus mesas las ocupan un ejército de oficinistas entregados al placer gastronómico. Pero atención, no te dejes engañar por las corbatas de sus clientes, esta es una de las barras que más merecen la pena de la ciudad en relación calidad-cantidad-precio y en pocos años ha logrado rivalizar con los clásicos más venerados. Destaca la desbordante variedad de su barra, la rapidez y buena organización del servicio y el detalle de la tapa de bravas para rematar la gula matutina.
Texto y fotos: Marta Pascual