¡Ay la carne! Qué producto tan sabroso y espectacular y qué delicia poder encontrarla jugosa y de calidad, que se derrita en la boca y deleite hasta los huesos. El pecado carnal puro y duro por el que vale la pena renunciar al paraíso está en un costado de la gran diosa Cibeles y se llama MEATing. En un espacio amplio y casi cristalino se encuentra este restaurante que persigue, a toda costa, mantener la sencillez en la cocción y elaboración de sus platos para que la materia prima, proveniente de pequeños productores y escogido por Vicente Lorente –chef y dueño del local– destaque por sí mismo.
La carne de vaca gallega que se sirve en MEATing se cocina bajo un gran nivel de atención en un proceso riguroso y sencillo –que no simple– a la vez. Su plato estrella es el Lomo bajo de 700gr. a 1 kilo: es de la más alta calidad, proveniente de una raza de vacas entre doce y quince años de edad, con tres y hasta cuatro semanas de maduración para obtener un sabor excepcional. La diferencia con otros restaurantes especializados en carne vacuna está en que el trabajo lo hacen ellos mismos, sin planchas, hornos ni aceites que interfieran con el sabor: en Meating usan la grasa de la propia vaca para resaltar el sabor del animal. Con la hamburguesa se van hasta Donostia, a Don Serapio, la carnicería de Imanol Jaca. Sin mezclas ni aditivos pican la carne al momento para que quede suelta y oxigenada, permitiendo que el calor entre sin cocer la carne. Entre semana la “Clásica” la sirven sin pan, con lechuga de San Sebastián, tomate, cebolleta fresca y mayonesa casera. Los domingos –que es cuando las familias salen a la calle– la presentan con pan de cristal y agregan dos opciones más: La “Cristal” de vaca gallega de la casa, pimientos cristal asados en horno de leña y pelados a mano de Navarra; y la “Francesa” con queso D.O gala Ossau Iraty Hasparren y cebolleta de San Sebastián caramelizada. Producto de calidad y de pequeños artesanos, ahí le han dado.
Porque no solo de carne vive el hombre, las verduras se hacen presentes y toman casi el mismo protagonismo en la carta. Traídas de regiones como Tolosa, Tudela, Golheriri o Borraja de la Ribera Navarra se pueden probar unas estupendísimas alubias, alcachofas, puerritos o borrajas. Puedes sentarte en la barra a probar cualquier plato de la carta, aunque también te puedes tomar allí el aperitivo con el tributo a Rita Hayworth en una gilda, tortilla de patata, embutidos de Vic, sardinas, anchoas de Santoña o de la costa guipuzcoana. O terminar la velada con un cocktail tradicional y clásico de Julián Durán: dile tu destilado favorito y tus gustos y ponte en sus manos.
No hay amante de la gastronomía en la faz en la tierra que no caiga rendido a una dorada y crujiente patata frita, admitámoslo, son adictivas y obsesionan. Con o sin glutamato hacen que no puedas comer solo una. Aquí hacen unas de las mejores en la ciudad y con lo que se lo curran tampoco extraña que sea la especialidad de la casa: primero se pochan con aceite picual de la Sierra de Mágina que cuece la patata pero no la fríe. A continuación se fríe en aceite de oliva virgen que la deja crujiente por fuera y lista para ser devorada. Obviamente no se sirve con ketchup, menudo sacrilegio petado de químicos para acompañar tan cuidado producto.
914316997
Precio medio: 45-50 euros.
Horario: Domingo, de 12.00 a 16.00 h. Lunes a sábado de 13.00 a 00.00 h.
Texto: Paula Móvil.
Fotos: Mercedes Haussman.