Suelen ser los mandamás de Plateselector los que me sugieren los temas a tratar en mis posts. Esta vez me han pedido que me atreva a escribir sobre el meteorismo; como lo oyes. A mí me ha parecido estupendo e interesante. Qué mejor que hablar de algo que, para desgracia de muchos, es su pan de cada día –vaya, qué mal suena–. Dejémoslo en que es un problema que les toca sufrir a muchos. Y no precisamente en silencio.
Pero, pensándolo mejor, no voy a hablar del meteorismo. Yo de lo que voy a hablar es de los pedos. Efectivamente, por si alguien se pierde con el tema, es lo mismo y creo que así está chupao enganchar a los lectores desde el principio. En cualquier caso, evitaré nombrar el término que, quieras que no, esto es una web gastronómica y queda, cuanto menos, fuera de lugar.
Centrémonos primero en cuáles son las dichosas causas que provocan la aparición de estos incómodos, desagradables y repentinos “P”. Los gases son un problema que acecha constantemente a nuestro aparato digestivo. Son algo normal dentro de nuestro organismo pero el problema ocurre cuando aparecen en cantidades elevadas. En este caso, son toda una molestia. Se producen, principalmente, por fallos en nuestros hábitos de alimentación: comer demasiado rápido, masticar poco y mal, mascar chicle, beber con pajita, consumir bebidas con gas o, también, cuando comemos ciertos alimentos que, en el momento de la digestión, implican directamente una producción de gas mayor a otros.
Aunque, gracias a Dios, no se manifiestan todos, una persona normal produce una media de 1,5 litros de gas al día. Esto ocurre porque parte de los alimentos no son digeridos; principalmente, los hidratos de carbono y la fibra, que pasan directamente al intestino grueso, donde algunas bacterias los descomponen produciendo fermentación y, por lo tanto, gas. Además, si tomamos mucha fibra porque no vamos bien al baño y no bebemos el líquido suficiente, este problema se agrava y la sensación de globo en el estómago se acentúa todavía más.
En general, podríamos decir que las proteínas y las grasas producen pocos gases. Pero, cuidado con abusar de frituras y elaboraciones demasiado fuertes. Son principalmente los carbohidratos, algunas verduras concretas –como las coles–, las legumbres y el azúcar de la leche –la lactosa-, los que dan mayores molestias. Si notáis que este problema empieza a acompañaros, no descartéis una posible intolerancia a la lactosa. La solución es tan fácil como eliminar durante unos días la leche de vaca en vuestra dieta y fijaros qué tal os sienta.
Aparte de esto, como no creo que le queráis dar la bienvenida a vuestras vidas a este dichoso problemita, tenemos a nuestro alrededor cantidad de ingredientes, hierbas y especias con propiedades que ayudan a eliminarlos y a mejorar los síntomas. Me refiero al ajo, la albahaca, el hinojo, el eneldo, el anís, la manzanilla o la menta, entre otros.
Así que, ya sabes. Cuidado con los platos contundentes de cuchara, de primero; el filete empanado con brócoli como guarnición, de segundo, y el pan integral para empujar. No lejos de ser un menú invernal maravilloso y apetecible, al cabo de un rato nos puede estropear una tarde de trabajo y hasta la siesta más tranquila en casita. Decidíos por eliminar los alimentos que hemos comentado y comenzar a tomar infusiones de manzanilla con anís, salsas de tomate con albahaca, salmón asado al horno con un toque de eneldo o cremas y sopas elaboradas con ajo e hinojo.
¡Disfrutad!
Texto: Del Sol Nutrición
Foto: Diego Etxeberría