Molino de Alcuneza: el lujo está a las afueras

Rodeado de una vegetación más propia de la campiña inglesa, Molino de Alcuneza es el destino que todo viajero debería conocer, al menos, una vez en la vida. Lo demuestra su ubicación, a hora y media de Madrid, ese jardín con piscina perfecto para abandonarse a la lectura o el idílico entorno rodeado de campos que a finales de julio se tiñen de amarillo y lavanda. Aquí, la vida pasa con un poquito más de calma y por ello, además de turistas, acuden aquellos que necesitan un merecido descanso.

Construido en un molino harinero de más de 500 años, el hotel-restaurante Relais & Châteaux Molino de Alcuneza abrió sus puertas en 1992 cuando los padres de Blanca y Samuel Moreno, actuales propietarios, decidieron comprar este molino situado a las afueras de Sigüenza (Guadalajara) y convertirlo en lo que es hoy, un hotel con 17 habitaciones, spa y un restaurante, dirigido por el propio Samuel, recientemente galardonado con una estrella Michelin que homenajea a la cocina tradicional a través de la estacionalidad. Su propuesta gastronómica es una una oda al producto nacional que en mesa se traduce en exquisiteces como la Sopa de melón e hidromiel, atún rojo Balfego y melón dry, el Espeto de sardina con tomillo y salmorejo de remolacha, la Fideuá de pies de cerdo con carabineros a nuestra manera o el Pichón de Bresse a la robata con foie gras, trigo negrillo y uvas, entre otras. Entre las opciones dulces triunfa el Cremoso de chocolate con praliné de pipas y helado de pan frito o la Tarta de manzana con jengibre, lima y helado de vainilla. Espectaculares. Además de los platos en carta, el restaurante ofrece dos menús degustación que recogen la esencia de la cocina de Samuel. Por un lado el menú Disfrutar (55 €), con cinco entrantes, cuatro platos, un prepostre y un postre y, por otro, el menú Celebrar (75 €), con cinco entrantes, seis platos, un prepostre y un postre.

Además de la cuidada oferta culinaria que le ha valido una estrella Michelin, Samuel recupera el pasado harinero del lugar a través de seis variedades de panes monovarietales, elaborados de forma artesanal y con harinas ecológicas de la zona. Pero lo más significativo es la masa madre con la que los hace, procedente de las mismas levaduras con las que se producía el pan hace 500 años. Actualmente se pueden probar seis tipos: trigo florencia aurora, trillo negro, espelta, centeno, trigo corazón y de cerveza. Una auténtica delicia que huéspedes y comensales pueden probar tanto a la hora del desayuno como en la comida.