Con el icónico cartel de Schweppes como vecino y con Gran Vía discurriendo a sus pies, My Way Sky Bar reivindica un camino único en el que los pasos gastronómicos los marca el chef Joaquín Felipe, un clásico de la mesa madrileña. Aquí, respetando la fidelidad al producto y a su trayectoria, ha apostado por comenzar una senda en la que de manera coherente se entroncan las recetas más castizas con guiños a cocinas de aires internacionales.
Disponible en un menú degustación que cambia cada 15 días -haciendo imposible que el comensal se aburra-; una carta de barra en la que el picoteo, la finger food y los platos para compartir están a la orden del día y el cocido madrileño, disponible durante los mediodías, para que en My Way cada cliente decida sobre qué ruta gastronómica iniciarse.
Abanderando ese deje castizo, que también se traslada a la propuesta enológica -donde abundan los vinos de la Comunidad-, My Way se abre por igual a través de sus cristaleras a Madrid, sirviendo como eje vertebrador a través de la luz entre las vistas a Gran Vía y al norte de Madrid, incluso con la sierra como telón de fondo cuando la climatología lo permite.
Semejantes mimbres hacen de My Way un mirador en el que no sólo se viene por la foto, al contrario de lo que ocurre en muchas terrazas de la capital, sino que se gana al visitante por el paladar y luego se le termina de conquistar con la majestuosidad de sus vistas. Una carta de presentación que pondrá en bandeja el trabajo a los que busquen un rinconcito muy romántico, una noche especial o, por qué no, un día cualquiera en el que darse un capricho gastronómico más que asequible con luz especial.
El telón de fondo se convierte, cuando la cocina empieza a funcionar, en un actor secundario y en el convidado de piedra con el que el talento culinario de Joaquín Felipe ha dado rienda suelta a su imaginación -de ahí también que se llame My Way- y que conquista a los paladares desde los entrantes, dejando que la sutileza del producto puro se haga con el mando: ostras Sorlut, jamón ibérico o tomate de temporada ponen lo mejor del mar y del campo en la mesa, que se pueden alternar con los primeros toques calientes como las cremosas croquetas o, si se prefiere, seguir apostando por los fríos como el salmón salvaje marinado en casa y su guacamole.
Una vía abierta a través de las papilas gustativas en las que algunos guiños internacionales como las focaccias -en especial la de pastrami- se coronan y ponen en bandeja la música para los siguientes intérpretes: fettucini artesanos a la madrileña y un arroz cremoso de gallinas celtas dan sustento a los fondos y a las cazuelas que Felipe mima desde el corazón de Madrid, demostrando que la cocina moderna ha revertido las tornas y vuelve a confiar en el producto, en los fuegos y en el lento chup chup como motor gastronómico.
Para chuparse los dedos o para no dejar al pan de lado, platos como la carrillera de ibérico macerada o algunos pases del Degustación, como el abadejo con revolconas o los sutiles entrantes, donde la temporada manda, demuestran la versatilidad de este chef que vehícula por igual lo moderno y lo clásico: Lentejas sí, pero en ensalada; bikini también, aunque con salmón y bacalao; o el juego que los postres dan con la puesta en marcha de un helado de turrón Jijona -hecho en casa- o la pera con citronela, con la que Joaquín Felipe hace despliegue de encantos para convertir MyWay en un templo gastronómico en el centro de Madrid. Toda una declaración de intenciones para demostrar a madrileños y viajeros que comer bien en Gran Vía es posible: sólo hay que mirar a las alturas.
Dirección: Calle de Gran Vía, 42
Teléfono: 914 674 562
Horario: De lunes a jueves de 13:00h a 01:00h. Viernes de 13:00h a 02:00h. Sábados de 12:00h a 02:00: y domingos de 12:00h a 19:00h.
Ticket medio: Menú degustación: 38,5€. Cocido: 25€. A la carta: 35€
Texto: Jaime de las Heras
Fotos: Nacho Alcalde Ruiz