He aquí uno de los pocos restaurantes barceloneses de tapas donde no sirven ni croquetas de boletus, ni ensaladilla soviética, ni foie gras a la plancha con compota de manzana. Desde que abrieron el día del trabajador del 2010, Tara Penke y su hubby, chef Jaime Riesco, a partir de sus respectivas experiencias estadounidenses en el mundo de la hostelería, se plantearon la idea de servir tapas intercontinentales donde lo único español fuese la materia prima y los vinos. Con el tiempo, fueron ganando adeptos. Principalmente, jóvenes expatriados que ya estaban familiarizados con el estilo de la nueva hostelería anglosajona que aportaba influencias multiculturales a las técnicas y costumbres autóctonas. Pero, fue la apuesta por los desayunos prolongados a los fines de semana lo que les encumbró como un referente de la zona. Ya sabéis, los brunch.
La culpa de todo la tuvieron unos Huevos benedict napados con salsa holandesa, esas Hash browns de patata y quinua, el sandwich de pulled pork (carne mechada de cerdo) y los ya famosos Tomates verdes fritos, que vienen a ser al Picnic lo que los pork buns son al Momofuku. La Limonada rosa fresca aumentó la leyenda y el Bloody Mary, además de potenciar los huevos a la ranchera con guacamole, rescató del abismo dominguero a más de una estilista.
De repente, la popularidad de estos desayunos fue extendiéndose entre la comunidad chic del Borne como un incendio forestal en pleno agosto. Por las noches, ya sea en la terraza –al fresco y alumbrados por el titileo de las velas– o en el interior –a la vista del chef, que va emplatando mientras oye las conversaciones de los que están más próximos–, el Picnic sigue siendo el sitio para disfrutar en pareja de un Solomillo de canguro con su salsa y minifalafel, el Onglet con salsa pebre, la Coca de escalivada con queso raclette o el Pulpo a la brasa sobre ensalada de garbanzos.
En los EEUU se toman en serio lo de las tartas caseras y Jaime ha procurado curarle la nostalgia a las clientas paisanas de su mujer con el Pastel de cacahuete o los Pancakes a la plancha con sirope de arce.
En el sótano –decorado con el atrezo que Tara va acumulando para su Supper Club–, tienen una mesa alargada que reservan para cenas y celebraciones privadas. Allí, te sientes como en casa de alguien con muy buen gusto para la decoración neorústica.
Entre semana, ofrecen un menú por 12€ que siempre incluye de primero –¡Oh, sí!– aquellos Tomates verdes fritos.
Picnic
935116661
Cerrado los lunes por la noche.
Precio medio: 25 – 30€
Texto: JW
Fotos: Cecilia Diaz Betz