Playa Luanco

En la mente colectiva, el chiringuito de playa es siempre un local de apariencia informal en el que los veraneantes se agolpan ataviados con bañadores y chanclas en busca de helados o platos de paella que salen uno tras otro de una sofocante cocina. Incluso si buscamos en Google imágenes, nos encontraremos con una suerte de casetas de madera y techos de paja. Pues bien, olvídense de todo esto. Nada más lejos de lo que el Restaurante Playa Luanco representa.

Aún antes de que el matrimonio formado por Guillermo González y Cristina Arias se atreviera a concursar en el proyecto de reforma que ofrecía el ayuntamiento de Gozón, concejo del que es cabeza Luanco, el “chiringuito de playa” distaba de esta imagen. Bien orientado y protegido bajo el paseo de la playa, este recinto ofrecía una serie de posibilidades que nunca fueron bien aprovechadas. Se explotaba durante el periodo estival y se abandonaba en invierno sin llegar a prosperar, y es que regentar una terraza durante todo el año en Asturias conlleva sus riesgos. Pero la experiencia con otro local en la playa de Salinas, también con terraza, favoreció el asentamiento de este restaurante.

Guillermo tiene las cosas claras, y sabe que es mejor ser fiel a un proyecto que dejarse arrastrar en pos de lo que el público tiene por costumbre; convertirse en un clásico antes que ser un hype. El primer verano resultó chocante que un bar a pie de playa tuviese un diseño y una decoración tan cuidada, obra de su mujer Cristina, o que una parte de la terraza estuviese reservada exclusivamente para comidas y cenas que responden a una carta que se aleja de los convencionalismos veraniegos. Hoy existe un público fiel tanto para sus ya conocidos brunch como para la hora de las comidas.

Cada detalle se mima en este establecimiento, desde la música y la luz, hasta la vajilla y la imagen corporativa; que juega con el color azul, los peces y el mar. Incluso en los platos, como pasa con los pececitos de foie, compota casera de manzana y pan de cristal.

Las mejores carnes y el pescado de mercado son la base de una carta que llega a la mesa originalmente presentada. Lomo de ciervo sobre cama de castañas, sardinas con tartar de tomate y fresa, pixín negro con estofado de setas y cebolletas, son algún ejemplo de los platos que se pueden degustar.

Todo acompañado de unas vistas excepcionales que merecen ser disfrutadas en cualquier época del año.