Priscila Muñoz tiene 29 años, es de Temuco, ciudad al sur de Chile, donde vivió hasta el 2005, año en el que viajó a Valencia para visitar a su padre. Se enamoró de la ciudad y acabó también por instalarse ella.
Para Priscila, la cocina es un punto muy importante de reunión familiar «mi pasión por la cocina es desde que yo era pequeña, mis padres son muy buenos cocineros y gracias a ellos he desarrollado mi gran interés y atracción por la gastronomía, en mi casa la comida siempre ha sido algo muy importante, nos seduce la variedad, calidad y buen gusto».
En el año 2006 empezó a trabajar en hostelería para introducirse en el mundo, y al confirmar que eso era lo que le gustaba, al año siguiente empezó sus estudios culinarios, los cuales siempre va ampliando. «Me gusta aprender todo tipo de cocina, cada vez que viajo lo hago por el placer de descubrir nuevos productos, especies, colores, sabores, olores, texturas: todo. Estoy abierta a todo tipo de descubrimientos culinarios, así luego puedo inventar y fusionar lo aprendido, no me canso de aprender. En Valencia he tenido mucha suerte de trabajar en varios sitios en los que he estado muy cómoda y en los que he aprendido mucho, empecé en un sitio en la playa de la Pobla de Farnals, donde aprendí a hacer todo tipo de verdaderos arroces valencianos, también recuerdo un sitio en el centro de Valencia, en el barrio del Carmen, donde aprendí muchísima cocina creativa de mercado, además de crecer allí como persona y saber llevar un restaurante, es un sitio que recuerdo con mucho cariño, donde iba feliz a trabajar por el buen rollo que nos envolvía», nos dice.
En el año 2014 decidió irse unos meses a Costa Rica y descubrir lo que esta tierra le quería enseñar, un sitio muy auténtico que Priscila piensa que a nivel gastronómico está aún por explotar. «Descubrí muchas frutas, verduras, tesoros de la tierra y del mar. Allí me propusieron llevar una taberna española con productos de allí. Las paellas, ¡todo un éxito!», comenta.
A los tres meses decidió volver a Valencia, donde sigue actualmente colaborando en algunos sitios y tomando un pequeño descanso para centrarse en un nuevo proyecto culinario que tiene en mente pero que aún está por pulir.
¿Qué nos vas a cocinar? ¿Por qué has elegido este plato?
En primer lugar voy a elaborar un típico plato del sur de Chile, que me trae muy buenos recuerdos y que capta directamente lo que quiero transmitir, ya que es un plato muy completo que mezcla sus auténticos sabores de tierra y mar, una explosión de sabores que no te dejará indiferente. El Curanto, así se le llama si se cocina en la tierra, donde se hace un profundo hoyo, sobre el cual se ponen piedras calentadas con carbón y leña, luego se añaden todos los productos, carnes ternera, cerdo ahumado, pollo, chorizo, mejillones, almejas, cholgas, picorocos, patatas, pimientos, repollo… etc (dependiendo de la región, los ingredientes pueden variar) pero la base es carne, pescado, verduras, se tapa todo con hojas de nalca (planta típica de la zona) y se cocina la vapor: todo un ritual.
Yo haré el pulmay, que es el nombre que recibe cuando se elabora en olla y va cubierto de vino blanco. También he querido cocinar una carne que es muy típica en Chile, una plateada al horno, un plato que me gusta mucho cocinar con el mejor chef de carnes, mi padre, quien me ha enseñado todos los trucos a la hora de elaborar diferentes tipos de carnes. Aunque yo no como casi carnes rojas, de ésta es imposible no comer un trozo. Para terminar, prepararé un típico postre que mi madre me enseñó y que ella nos hacía desde la infancia: la sémola con vino, un postre a base de sémola, leche, azúcar y canela con una deliciosa salsa de vino tinto carmenère.
¿Cuál crees que es el secreto para la elaboración del plato?
Para mi lo mas importante para crear un buen plato es la calidad de los productos, un buen cuchillo, buena música y como dice mi padre: una buena copa de vino no debe faltar. Yo estoy totalmente de acuerdo, una buena comida siempre debe ir maridada con un buen vino, si tratas con amor los productos, lo trasmitirás al comensal.
¿Dónde sueles ir a comprar?
Vivo actualmente en Benimaclet, un pintoresco barrio estudiantil de Valencia, al que cada vez le estoy cogiendo más cariño. Es como un «pueblecito», porque hay todo tipo de tiendecitas de pequeños empresarios a los que me gusta ir y ayudar comprando allí. Tenemos carnicería, pescadería, tienda de productos ecológicos a granel, otras de productos orientales, de queso y aceites, bodegas, frutas y verduras, productos de la india… hay prácticamente de todo.
¿Qué recuerdos familiares tienes en torno a la comida?
Tengo los mejores recuerdos familiares. Mi familia es muy sibarita con respecto a la comida y la alimentación, he crecido entre los fogones y guisos de mi madre, y entre el carbón y los famosos «asados al palo de mi padre». Hoy en día sigo aprendiendo de cada uno de ellos, mi madre además es muy buena repostera y siempre me sorprende con algo nuevo, mi hermana pequeña Karen es música y le sigue los pasos a mi madre porque elabora unas tartas increíbles, pero siempre al son de un compás, mi hermana mayor Elma, también me ha enseñado mucho sobre toda la alimentación consciente y saludable: ¡no deja de sorprenderme día a día con sus recetas siempre a base de alimentos ecológicos y muy sabrosos! Además de relajarme con sus sesiones de meditación y relajación, también tengo otra hermana que por temas de trabajo vive en Barcelona, Fer, ella es la responsable de varios de mis tatuajes, ademas de ser una artista con sus dibujos, también lo es en los fogones, es muy creativa. Tengo una familia maravillosa con mucho gusto culinario, me siento feliz y orgullosa de ella.
¿Cómo definirías la cocina chilena? ¿Cuáles dirías que son sus sabores o productos predominantes?
La definiría como una cocina muy completa, sustanciosa, casera y sana, con una variedad y calidad de productos que nos permiten disfrutar de ellos a lo largo de todo el año. Como sabemos, la cocina chilena es una mezcla de cocina mapuche con cocina española, con influencias de cocina italiana y alemana pero en el siglo XX tuvo una importante y marcada influencia de la cocina francesa, esta mezcla la convierte en la cocina criolla de Chile que destaca por su sabor y color. Chile es el país más largo del mundo, por lo tanto se divide en tres tipos de gastronomía muy variada que se diferencian en sur, centro y norte, pero a lo largo de todo Chile te comerás una buena carne, un buen marisco, no faltarán las patatas, maíz, calabaza, un buen vino y un pisco.
¿De los sitios que has viajado qué comida recuerdas que te haya gustado especialmente?
Me ha sorprendido mucho la comida y gastronomía de Italia, soy una fan de su comida, tienen muy buenos productos y saben venderse muy bien. La pasta para mi es algo que no puede faltar en mi dieta, te da mucho juego y puedes combinar e inventar mucho con ella, no podría elegir una, porque cada cual me seducía de alguna manera diferente, todo esto acompañado con un buen queso y por supuesto un buen vino.
¿Qué plato te gusta más de la cocina española?
Me encanta la dieta mediterránea, y viviendo aquí tantos años me he hecho una fan y una crítica culinaria de los arroces valencianos, adoro comer una buena paella valenciana o una rica fideuá de marisco, un arroz meloso de bogavante o un arroz a banda.
Explica la mejor cena que recuerdes.
Mi mejor cena, que recuerdo con mucha nostalgia, fue en Costa Rica, especialmente en un paraíso en el pacífico llamado Montezuma, un sitio donde habíamos alquilado una habitación en una casita de madera con vistas al mar, palmeras por todas partes y hamacas colgando de ella, era muy mágico, buscábamos un sitio para cenar pero nada nos convencía o nos parecía excesivamente caro, así que decidimos ir a la playa, donde estaba llegando un hombre en su barca con pescado que acababa de pescar, nos vendió un pescado grande, hermoso, corrimos a la casita de madera, donde al lado había una especie de barbacoa rústica, que apañamos, teníamos dos mini linternas que colgamos en los árboles, envolvimos el pescado en papel de plata y lo pusimos al fuego, junto con unas patatas y pimientos, y cómo no, un vino que aunque no era de lo mejor, a mi me pareció el mejor vino del mundo en ese momento, me sentí feliz, con mucha paz y en buena compañía.
Fotos: Valeska Riquelme