“Somos los del Marzana; esos que cuando cierra el Perro Chico original, después de 11 años de convivencia en la característica plaza, empezaron a asomarse a ese local vacío con un poco de nostalgia”.
El Perro Chico anterior llevaba 28 años siendo un enclave peculiar. Cuando Bilbao era de lo más gris y pasear de camino a la cena en “La Vieja” era impensable, hablar de El Perro Chico era hacerlo de uno de los fogones más artísticos de la capital vizcaína. El restaurante de Santi fue el lugar de la farándula. Casi todos los famosos que desembarcaban en la ciudad acudían allí, donde densos telones los aislaban del exterior para darles la libertad de hacer.
Los nuevos regentores adaptaron, con cariño y admiración, casi todo lo que identificaba al histórico restaurante, incluso el propio nombre. Quizá sólo una cosa no les encajaba y fue lo primero que decidieron hacer: uno a uno, abrieron los ventanales. Y es que en su personalidad era impensable no darle al local la visibilidad y convivencia con el barrio. Instalaron una barra para poder ofrecer un servicio muchísimo más social e informal y, en definitiva, ser un bar.
Es tanto así que Dani, del que ya nos sonaba su cara de habernos atendido en el Marzana, nada más llegar nos pone en la mano un Marianito perfectamente mezclado. Nos invita a sacarlo un rato fuera, que pega el sol, para hacer hambre como debe ser, charlando. No hay duda, viene en la sangre de cualquier habitante del Marzana, tanto del equipo como de la clientela.
El interior es muy luminoso, diseño propio de los muebles de madera y hierro pintado de amarillo, mesas de fornica y decoración sencilla que convive con un cuidado diseño gráfico en sus paredes y cartas.
No es tan barato como una perra chica, como costaba cruzar el puente del que viene su nombre, pero sus precios están más que ajustados. Una concreta y bien estructurada carta fija y un menú del día adaptado a la misma, con entrante, principal, postre y bebida por 13,50 euros. Disponen también de un menú especial de 29€ y uno de degustación, de 38 € por comensal.
Elazar, que es el chef principal, sabe aprovechar bien la ubicación de su cocina; a primera hora cruza al otro lado de la Ría para ir al Mercado, sin abandonar esa rutina ni una sola mañana. Y es que en Perro Chico decidieron basar su cocina de mercado en trabajar siempre con productos de la tierra, como el pescado y verdura, llevándolo a elaboraciones sencillas pero muy interesantes con influencias internacionales, que consiguen trazar mediante, como no, el diálogo del propio equipo al completo.
Teléfono: 946 40 26 65
Horario: Lunes cerrado. De martes a jueves, de 13h a 24h. Fines de semana, de 13h a 02h.
Texto: Lucía Gomez Meca
Fotos: Borja Llobregat