Hay dos cosas que posiblemente no sepas sobre la calle Avinyó de Barcelona. La primera, que fue en uno de sus prostíbulos donde Picasso ideó aquel famoso cuadro protocubista de “Las señoritas”; la segunda, que en su número 30, justo en frente de la antigua Escuela de Artes y Oficios, bajando las escaleras del Restaurante Palo Santo, se abre camino una disimulada barra japo-peruana con mucha historia que contar: Kokka.
Allí abajo nos recibe Juan Otivo, el chef, capitán de rumbo de este íntimo rinconcito nikkei gracias a la confianza que depositó en él Isidro Marques, su dueño. Sentarse al otro lado de la barra que Juan preside es dejarse hipnotizar por los movimientos de un veterano director de orquesta con un afilado cuchillo como batuta. Corta, envuelve, arrastra, remueve, emplata alimentos con precisión de cirujano, algo que no le impide mantener con nosotros el hilo de una abierta conversación que nos hace sobrevolar las pampas y cordilleras del mismísimo Perú. Pero somos conscientes de que no podemos sentirnos especiales, porque muchos de los clientes que bajan a disfrutar de las invenciones de éstos fogones casi clandestinos se paran a saludar a Juan como si de aquel amigo que uno no ha visto en mucho tiempo se tratase.
Mientras nos sirve unas causas de pollo, salmón y atún, y un ceviche de corvina al ají amarillo, Juan nos sorprende desvelándonos algo que nos cuesta mucho creer: “de niño, nunca había pensado dedicarme a la gastronomía. En casa, era mi madre la encargada de las comidas. Mis hermanos y yo sólo pisábamos la cocina para robar comida de la olla.”- dice entre risas- “También recuerdo con cariño grandes reuniones hogareñas que organizaba mi abuelo en su casa. Todo el mundo traía algo para comer, y eso era un importante eslabón de unión familiar para nosotros. Hoy en día, este tipo de veladas siguen siendo un concepto de vínculo social peruano. Cuando tuve edad de estudiar, me decanté por la Ingeniería Eléctrica, y más adelante tuve la oportunidad de venir a Madrid a trabajar. Fue entonces cuando, sin preverlo, la vocación culinaria me encontró a mí.”
Tiradito de pulpo con aguacate, ensalada de somen, gyosas de langostinos, o shao mai de cerdo con shitake, no importa lo que te apetezca comer en el Kokka que estamos seguros de que no será una apuesta errónea. Aquí se trabaja una cocina nikkei contemporánea que no pierde el respeto por el sabor tradicional, pero que huye de la ortodoxia estricta de la más antigua cocina peruana. Por todos estos motivos, te invitamos a descubrir éste retiro culinario con nombre de planta andina que disfrutarás con los cinco sentidos.
Calle Avinyó, 30. 08002, Barcelona
Teléfono: 934 12 71 98
Horario: de miércoles a domingo de 19.00 a 24.00
Texto: Ana J. Palmer
Fotos: Anika Stieling