Cuando uno piensa en la cocina típica de Galicia probablemente el pulpo y los percebes sean los productos que primero vengan a la mente. Sin embargo, la gastronomía gallega ofrece muchísimo más. Basta echar un vistazo a las huertas o los campos donde pastan las vacas para comprobar que esta comunidad tiene muchísimo más que ofrecer. Y como sabemos que hacerse un viaje cada vez que a uno le entre el antojo de comer algo típico de la zona puede ser un tanto perjudicial para la cartera, vamos a recorrer alguno de los templos especializados en cocina gallega sin salir de Madrid.
Se trata de uno de los gallegos más antiguos de la ciudad. Llevan veinte años acercando la cocina atlántica a madrileños y turistas que quieren saborear producto fresco y de calidad en un espacio acogedor y con un servicio de lo más atento. De su carta salen combinaciones que mezclan lo saludable con platos tradicionales y de cuchara, perfectos para compartir, como ocurre con las croquetas de cecina y queso San Simón, como los buñuelos de bacalao crujientes con ali-oli. Aunque si hay que mencionar algo especial es a los apartados de carnes y pescados. Cierto es que no podemos quedarnos con uno solo, pero sí podemos recomendarte alguno imprescindible. Por ejemplo, el bacalao en costra de mayonesa o el lomo bajo de vaca. Tú decides.
Hace más de un año que esta taberna de la concurrida calle Ponzano abrió sus puertas con la premisa de acercar la cocina gallega de una forma actualizada. Y lo ha conseguido. Sobre todo, gracias a su original forma de combinar los sabores así como a la hora de presentar platos. Basta ver cómo sirven los berberechos galithai para comprobarlo: salsa tom yum, cebolla morada, zanahoria, semillas, un poco de cebollino y una rodaja de lima a modo de plato. Tampoco falta la tradición, de ahí a su pulpo a la plancha o las croquetas de lacón con grelos. Una propuesta de lo más desenfadada.
Con una cocina centrada en el mejor producto de las lonjas y los huertos de Galicia, este restaurante situado en pleno corazón del barrio de Salamanca se ha convertido en el nuevo punto de encuentro favorito de los madrileños. Su carta, creada por el chef Pucho Landín-mismo que el chef de Furtivos-, ofrece cocina tradicional y de vanguardia representada en platos como es el caso del canelón de aguacate con centollo. Ahora bien, para vanguardista el cabracho frito, que llega a la mesa entero y servido con unos guantes para que los comensales disfruten comiéndolo con las manos. Eso sí, sin mancharte, claro. Otro de los platos sorpresa del restaurante es el secreto ibérico. Éste, viene servido dentro de una caja cerrada que guarda todo los aromas para que al abrirla desprenda todo el aroma de la carne. Todo un acierto.
Texto: Ana María Clemente Puigserver
Fotos: Nacho Alcalde Ruiz