Parece obvio que una manzana o una tortilla de patatas no necesitan ser explicadas, básicamente porque son reconocibles para la gran mayoría. Sin embargo, ¿por qué no nos parece obvio comer insectos? Nuestro propio gusto e historia culinaria se ha escrito desde la infancia, nos han trasmitido continuamente normas ya establecidas relacionadas con la alimentación. Es por lo que nuestro bagaje cultural hace que reconozcamos determinados alimentos como comestibles, y otros no.
La moda de los insectos no ha hecho nada más que empezar, tendencia que está redescubriéndolos por todo el mundo haciendo que la gente se pregunte, una y otra vez, a qué saben. ¿A qué saben los mamíferos? ¿Sabrías contestar? Con los insectos pasa exactamente lo mismo, su variedad es enorme y nadie puede decir “los insectos saben de esta forma”.
Pero, ¿están buenos? Si nos paramos a pensar un segundo, no todo lo que nos gusta realmente está bueno, sino que se trata de gustos adquiridos, como el café, la cerveza, el pomelo, las aceitunas… Por lo que, si están buenos o no, da igual, gustan, es algo cultural.
Asociamos la palabra insecto al peligro, a la necesidad de eliminarlos de nuestros hogares, a las enfermedades… Por lo que es difícil trascender de este aprendido rechazo al, de repente, considerar llevárnoslo a la boca (a no ser que seas del tipo particularmente aventurero). La miel, por ejemplo, es un producto obtenido de la regurgitación de un fluído pegajoso de miles de abejas. No obstante, casi nadie la considera repulsiva. O la morcilla… es sangre de cerdo coagulada y cocinada, y, además, mezclada con la grasa del animal.
En cuanto al valor nutritivo de los insectos, cabe destacar que tienen gran aporte proteico, así como concentración de grasa, y aunque no nos guste admitirlo, generalmente los alimentos grasosos tienden a parecernos deliciosos. Además, se trata de las grasas consideradas como buenas, “omega 3”, por ejemplo. El inmenso mundo de estos animales esconde verdaderas maravillas gastronómicas que no son conocidas, tales como:
-Hormigas mieleras: Exquisitos barriles vivientes de miel. Almacenan este manjar en su vientre, hasta el punto de que se hincha superando con creces su propio tamaño. Esta miel se obtiene de su alimentación a base de ligamaza (sustancia compuesta por glucosa y fructosa) que al digerir se convierte en miel, prácticamente igual que las abejas.
-Escamoles: El caviar de los insectos. Son las huevas de las hormigas güijera. Denominado coloquialmente como caviar mexicano, por su exiquito sabor y su exclusividad, ya que sólo se recogen en abril y mayo.
Dos millones de personas no pueden equivocarse… La variedad de especies es enorme, así como las diversas formas de cocinarlos, un mundo entero por conocer, ¿no es exitante? La eduación alimentaria es transmitida y hay que impartirla positivamente, vincularla al placer, no al asco, a la repulsión. Como escribió una vez en un artículo Andoni Luis Aduriz “no hay comida rara, sino gente rara”.
Hormigas mieleras
Cuero de ajo negro con bayas y pasta de hormigas (Restaurante Noma, 2015)
Tortilla de escamoles (Noma México, 2017)
Tartar de ternera envejecida 3 semanas y hormigas (Restaurante Noma, 2014)
Texto: Estefanía Garcés