En las antípodas, ahí nació todo. En el fervor de sus veinte años Sara y Sergi habían decidido pasar un tiempo en Nueva Zelanda. Sara recuerda que para coronar aquellas noches antes de llegar a su casa pasaban por una pequeña tienda de cocina Japonesa, un lugar donde el propietario manipulaba los ingredientes como si joyas se tratasen. Ese espectáculo gastronómico se quedó grabado en sus mentes, entremezclado con sueños de juventud y se convirtió en la semilla de su próximo proyecto.
Pocos días después el avión despegaba con destino a Barcelona, lo que Sara aún no sabía es que ya no eran dos, sino tres, pues hacía ya varias semanas que Inés crecía en su vientre. Ser una mujer de 26 años, no tener trabajo, estar embarazada y entrar a la oficina de un banco para pedir financiación, en un mundo donde el hombre llegó a la luna debería ser fácil. Pero no, los banqueros no creían en ella, y aunque tuvo que golpear una infinidad de puertas hasta conseguir respaldo, nunca se rindió.
Mientras tanto Inés crecía y Sara se disputaba entre trámites y biberones. Aún hoy conserva como un tesoro la carpeta del plan de empresa garabateada por los lápices de colores de su niña. Al principio trabajaron en una cocina alquilada durante 6 meses, eran un cocinero, dos repartidores, ella y una ilusión desbordante. La filosofía de Sushifresh desde sus inicios hasta hoy fue primar la calidad del producto a un precio justo. No son los más rápidos, pero esto es comprensible considerando que no trabajan con productos congelados y cada pieza se confecciona en el momento. Sushifresh es como un restaurante donde las mesas llegan hasta el salón de tu casa.
Este concepto tuvo éxito y hoy, a esas cuatro personas que iniciaron este proyecto, se les ha sumado un equipo de casi cien personas, mejor dicho, una familia de cien personas que ama lo que hace. El primer día tuvieron dos pedidos, hoy tienen más de siete mil al mes y aquel primer banquero que dijo que no hoy estará muy arrepentido. Inés ya ha crecido y tiene dos hermanitos. Sara recoge los frutos de aquella siembra y nos enseña que para perseguir los sueños no hay que escuchar a nadie más que a nuestro corazón.
Teléfono: 932 056 578
Texto y video: Manuel Araya